La llamada Nueva Comedia Madrileña de finales de la década de 1970 y de la primera mitad de la siguiente asumió desenfado y se liberó de prejuicios y temas tabúes establecidos durante el régimen anterior. Fernando Colomo, Fernando Trueba, Óscar Ladoire, Antonio Resines, Carmen Maura y tantos otros nombres propios del momento hablaban sin miedo de asuntos hasta entonces complicados de llevar a la pantalla. Lo hacían de modo un tanto frívolo, sin pretender aleccionar ni profundizar, desarrollando situaciones en las que la relación de pareja, la infidelidad, las drogas, la liberación femenina, el sexo y otros temas asomaban en las distintas películas como parte del enredo y del ambiente madrileño de clase media-alta, quizá también como parte de la provocación pretendida en algunos títulos que, vistos hoy, han perdido la fuerza provocativa que hubiesen podido tener en su momento. En A contratiempo (1982), este tipo de comedia abandona Madrid y viaja a Galicia para desconectar de la realidad e irrealidad capitalina y vivir el instante de liberación que conecta a Clara (Mercedes Resino), una adolescente de quince años que se ha fugado de su casa, y Félix (Óscar Ladoire), el director de cine que la recoge en el área de servicio donde la lolita llama su atención. <<La película es un viaje a Galicia, un lugar donde empiezan y terminan todas las cosas. Es lo que ahora llaman un viaje iniciático>>, comentaba Óscar Ladoire sobre su primer largometraje como director. Cuatro años atrás, había realizado su primera película, un cortometraje, y uno antes había protagonizado Opera prima (Fernando Trueba, 1980), una de las abanderadas de aquel tipo de comedia urbana. No obstante, A contratiempo, la siguiente colaboración de Ladoire y Trueba, este como guionista, abandona la gran ciudad y se desplaza por carretera, circunstancia que depara frescura, vitalidad y libertad, sensaciones que se unen a la química de la pareja protagonista, que es uno de los puntos fuertes de esta película de recorrido y de aprendizaje.
Entretenida, de ritmo y diálogos ágiles, con una pareja que se va ganando la complicidad del público, a medida que el viaje avanza hacia tierras gallegas, A contratiempo se desplaza por situaciones que aproximan a dos formas de ser, dos polos opuestos que se atraen, intiman y se divierten juntos. La aventura común les depara encuentros, persecuciones, comunión, la claraificacion de Félix y la inevitable despedida: <<El sueño ha terminado. Empieza la realidad...>>, graba el adulto en la misma cinta en la que segundos antes escuchaba la voz de la adolescente narrando un pasaje de La isla del tesoro. Ella es tentación, vitalidad, imaginación y también un soplo de aire fresco para Félix, un director de cine que acaba de estrenar su última película sin que nadie sepa explicar el porqué de ese final del que los críticos y los aficionados opinan de manera dispar. Félix sale de Madrid para inspirarse, aunque parece que lo hace porque necesita huir por una brevedad y alejarse de ese entorno que le cae encima a la salida del estreno de su película. En su primera parada recoge a Clara en el área de servicio. Desde ese instante de contacto entre los dos fugitivos, hasta el final del camino y de su estancia en tierras gallegas, la práctica totalidad de esta comedia encuentra en la adolescente fugada el contrapunto ideal para un cineasta en busca de inspiración, y quizá también de sí mismo.
Sin ser nada del otro mundo, recuerdo que, aun así, me gustó. La película cuenta con varios cameos dignos de ser destacados: Almudena Grandes, Gonzalo Suárez y hasta Carlos Boyero.
ResponderEliminarSaludos.
Coincido contigo. Sin ser nada del otro mundo, es una comedia entretenida. En mi caso, le añado un significado especial, porque hay imágenes y espacios que me devuelven recuerdos de mi infancia.
EliminarSaludos.