A principios de la década de 1990 Quentin Tarantino y Robert Rodriguez coincidieron en un festival de cine en Argentina, momento en el que se inició una relación de camaradería que ha dado pie a colaboraciones como Four Rooms o Abierto hasta el amanecer. Pero la más ambiciosa hasta la fecha es Grindhouse, pensada como un homenaje al cine exploitation de los años setenta y compuesta por varios anuncios, cuatro falsos trailers (dirigidos por Rob Zombie, Eli Roth, Edgar Wright y el propio Rodríguez) y dos películas, Planet Terror y Death Proof, argumentalmente independientes entre sí. Sin embargo, en su distribución europea sufrió la manipulación de ser estrenada en dos mitades. Esta circunstancia, que si bien no afecta al sentido narrativo, ya que pueden verse de modo individual, rompe una de las principales razones de ser del film, aquella que pretende evocar las dobles sesiones que se proyectaban en las salas grindhouse. Esta decisión vino provocada por la fría acogida en los cines estadounidenses, lo que convenció a los hermanos Weinstein (productores ejecutivos y máximos responsables de la productora que produjo el film) para cambiar la estrategia comercial y estrenarla en Europa como dos films independientes, cuestión que solo encuentra explicación desde un punto de vista económico. A pesar de esta circunstancia, parece quedar claro que tanto Planet Terror como Death Proof pretenden acercar al espectador al cine de aquellos años, y para ello se forzó la mala calidad de la imagen, como si la copia hubiese sido proyectada en infinidad de ocasiones. Las raspaduras, rayas, la decoloración o la quema de película (que Rodríguez empleó para avanzar la acción en su film) se convierten en parte del estilo visual de ambas entregas; aunque en Death Proof la imagen resulta menos desgastada, a pesar de que se produzca un salto al blanco y negro al inicio de su segunda mitad. La doble finalidad de Grindhouse, la de rendir homenaje a una forma de ver el cine y a películas como La noche de los muertos vivientes (George A.Romero, 1968), Apocalipsis canibal (Bruno Mattei, 1980), La invasión de los zombies atómicos (Umberto Lenzi, 1980), Pussycat! Kill! Kill! (Russ Meyer, 1965), Punto límite cero (Richard C.Serafian, 1971) o Gone in 60 Seconds (H.B.Haliki, 1974), se presenta desde el estilo cinematográfico de sus directores, por ello no es extraño observar en Planet Terror situaciones y personajes cercanos a los que se pueden encontrar en las entregas de El mariachi, en Abierto hasta el amanecer o en Machete, uno de los falsos trailers del film (y que posteriormente se convertiría en película). Por su parte, Tarantino se decantó por un ritmo marcado por las interminables conversaciones que provocan que Death Proof sea más lenta que la broma gore de Rodriguez, en la que dominan los tiroteos, la sangre, las vísceras o los caníbales letales que amenazan las vidas de quienes no se han visto afectados por el gas tóxico. Entre los supervivientes se descubre a especímenes como Wray (Freddy Rodríguez) o Cherry (Rose McGowan), la pareja de ex-amantes que se reencuentra en esa noche sangrienta en la que no tardan en ser sorprendidos por contaminados que arrancan de cuajo una de las piernas de la chica. Pero en este tipo de cine directo no hay tiempo para lamentaciones, así que Cherry puede aguantarse con una pata de madera hasta que la sustituyan por la ametralladora que provoca uno de los momentos más delirantes del film. Si la referencia tomada por el director de Desperado fue el cine de zombies, Tarantino se decantó por películas como Punto límite cero o Sesenta segundos (la versión original), títulos que salen a relucir durante la conversación que mantiene el segundo grupo de chicas en una cafetería donde ignoran que están siendo observadas por un criminal con quien el espectador ya se encuentra familiarizado.
En Death Proof las charlas insustanciales marcan el tempo narrativo; en ellas se puede escuchar a los personajes hablando de música, series televisivas, sexo, cine u otras cuestiones que delatan que tienen su origen en el realizador de Reservoir dogs. Estos diálogos se desarrollan en dos espacios y tiempos delimitados por la aparición en pantalla del agente McGraw (Michael Parks) y su hija la doctora Block (Marley Shelton) (personajes presentes en Planet Terror) después del brutal asesinato de las jóvenes que se divertían en el local de la ciudad texana donde el especialista Mike (Kurt Russell) enumeró las series en las que participó como doble. Inicialmente el tal Mike le da al palique al tiempo que observa al grupo de chicas que beben y vuelven a beber a la espera de pasar una jornada en el lago. Pero después de tanto alcohol, parloteo y baile, el stuntman se desvela como un psicópata en una escena que rompe la monotonía dominante hasta ese instante. La segunda parte transcurre en Tennessee, meses después de los hechos acontecidos en Texas, y se presenta de modo similar a la anterior, al descubrir a otro grupo de chicas acosadas por el conductor del automóvil a prueba de muerte (la suya) y mortal para los demás; pero, a diferencia de las primeras, entre las nuevas víctimas se encuentran dos especialistas de cine que provocan un cambio radical en el devenir de los hechos, al desatar su parte más salvaje en la trepidante persecución que cierra este interesante, aunque irregular, homenaje al grindhouse.
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