7 cajas (2012)
La industria cinematográfica estadounidense acapara las salas comerciales de todo el mundo, lo que implica que sus producciones lleguen de forma masiva a los cines de cualquier país, algo que no sucede con las demás cinematografías, que solo gracias a coproducciones, a grandes éxitos locales o a la presencia de alguno de sus film en prestigiosos certámenes internacionales consiguen traspasar sus fronteras nacionales. Esta constante dificulta el acceso a las realizaciones que se desarrollan en otras latitudes que no sean las estadounidenses, lo cual genera el desconocimiento casi absoluto de los trabajos realizados en otras. Pero por suerte, muy de vez en cuando, llegan a las pantallas producciones africanas, americanas (no estadounidenses), asiáticas, europeas y oceánicas que permiten un mínimo acercamiento a los films allí realizados. Este sería el caso de 7 cajas, una película que marcó un hito en Paraguay al convertirse en el film más taquillero de su historia, pero también sobresale por acercarnos a una cinematografía en pujanza y prácticamente desconocida fuera de sus limites estatales. Las posibles causas de que el largometraje de Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori traspasase las fronteras paraguayas serían el espectacular éxito que supuso en su país y su presencia en festivales de cine internacionales, donde cosechó buenas críticas y captó la atención de distribuidores independientes que compraron los derechos de distribución para sus respectivos países. A pesar de no aportar novedades significativas al género al que pertenece, 7 cajas destaca por su contundente visión de los bajos fondos, dominados por la violencia, el crimen y la miseria que Víctor (Celso Franco), el adolescente protagonista, y su amiga Liz (Lali González) van descubriendo a medida que transcurre esta producción en constante movimiento, en la que las imágenes recorren la gran extensión que abarca el Mercado 4 de la ciudad de Asunción donde se desarrolla su práctica totalidad. En este espacio, durante el día repleto de gente, se descubre en Víctor a un joven soñador que trabaja transportando las compras de los clientes o los encargos que le encomiendan los empleados de los puestos. Sin embargo su monotonía cambia a raíz de que su hermana (Nelly Davalos) le muestre un teléfono móvil que debe vender para conseguir algo de dinero para una amiga en estado. El teléfono se convierte en una quimera para el protagonista y en el motor de arranque de la acción de este largometraje que muestra de manera descarnada la situación de un entorno de miseria, donde la inocencia y la vida del adolescente peligran tras asumir el encargo de transportar siete cajas de madera con las que recorre el mercado a la espera de recibir los cien dólares que le permitirían alcanzar uno de sus sueños juveniles. Pero su ilusión se trasforma en su pesadilla al descubrir el contenido de las mismas y al convertirse en el objetivo de Nelson (Víctor Sosa), empeñado en atraparle, primero porque necesita el dinero del encargo para adquirir las medicinas de su hijo (las mismas que la farmacéutica le niega a pesar de que resulten vitales para el pequeño) y posteriormente porque, sin nada que perder, pretende apoderarse de las cajas, pues se convence de que contienen miles de dólares tras escuchar parte de la conversación que mantienen dos de los secuestradores de la mujer que, inicialmente sin saberlo, Víctor transporta descuartizada por las calles del mercado.
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