El señor de los anillos:la comunidad del anillo (2001)
Cuentan que un hobbit no busca más que la tranquilidad de saber que nada pasa, mientras disfruta de la compañía de sus amigos, bebiendo, comiendo o fumando. Para un mediano los acontecimientos que se producen fuera de la Comarca carecen de importancia, pues ninguno de ellos destaca por aventurarse más allá de los límites de su amado y apacible hogar. Solo uno, Bilbo Bolsón (Ian Holm), osó realizar un viaje que le reportó numerosas aventuras y un recuerdo mágico, fuente de los males que asolan a la Tierra Media. Pero esta no es la historia de Bilbo, sino la de Frodo (Elijah Wood), pues este otro hobbit, acogido por el dueño de Bolsón Cerrado, se convierte tras la aparición de Gandalf (Ian McKellen) en el nuevo depositario de la alianza, que resulta ser el Anillo Único. Ante tal hallazgo, el mediano se muestra despreocupado y convencido de que todo saldrá bien, pues aún no se ha percatado de los peligros que encierra la tarea que le encomienda el mago gris. Así pues, arropado por sus amigos: Sam (Sean Astin), Pippin (Billy Boyd) y Merry (Dominic Monaghan), Frodo parte hacia la aldea de Bree, donde espera reunirse de nuevo con Gandalf, sin embargo, antes de llegar, los cuatro compañeros comprueban el terror al que se enfrentan, perseguidos por los espectros al servicio del señor oscuro, que amenaza con volver a levantarse tras haber sido derrotado al final de la Segunda Edad por un ejército de elfos y hombres. A pesar de ser vencido, el poder de Sauron permaneció intacto en ese aro dorado que Isildur, el rey de Góndor, fue incapaz de arrojar a las llamas del Monte del Destino donde fue forjado; y de ese modo, la amenaza permaneció latente hasta el momento en el que los medianos parten de la Comarca y se encuentran inesperadamente con un montaraz del norte (Viggo Mortensen), con quien prosiguen su viaje hacia el hogar de Elrond (Hugo Weaving), el medio elfo.
Más o menos, así inicia Peter Jackson la adaptación de la novela más famosa de J. R. R. Tolkien, de la que se dijo que nunca podría ser adaptada a la gran pantalla debido a su extensión, al gran número de personajes, situaciones o paisajes. Unos veintidós años antes del acierto de Jackson, Ralph Bakshi realizó un primer intento por contradecir aquella negación; no obstante, en su film de animación se simplificó al máximo los hechos narrados en el primer volumen de El señor de los anillos (La comunidad del anillo), y no sería hasta los albores del siglo XXI cuando Peter Jackson y un equipo de unas dos mil personas se embarcaron en una filmación que duraría alrededor de quince meses, y con un coste cercano a los trescientos millones de dólares. El espíritu del original literario fluye por El señor de los anillos: la comunidad del anillo, la primera de las tres entregas en las que se dividió el proyecto que demostró que sí era posible llevar a cabo una empresa de semejante envergadura, que bien pudo caer en el olvido. Los hermanos Weinstein, jefes por aquel entonces de Miramax Films (la productora que tenía los derechos cinematográficos de la novela), dieron una especie de ultimátum a Jackson para que consiguiese la financiación restante o en caso contrario se realizaría un único largometraje, en el que se condensaría toda la historia, lo que habría sido un grave error tanto artístico como económico, vistos los resultados. Así pues no fue hasta el último momento cuando se dio luz verde a la realización de la visión que el director y guionista neozelandés tenía de la historia de Tolkien. Por fortuna, el dinero llegó de la mano de New Line Cinema, una pequeña compañía que se jugó el tipo apostando por un rodaje que finalmente se puso en marcha tal y como había previsto su realizador; todo lo demás es historia, incluso la participación a última hora de Viggo Mortensen, que llegó a Nueva Zelanda para sustituir al actor que iba a dar vida a Aragorn (se hace difícil pensar en otro interpretando el papel del montaraz que se descubre como el heredero al trono de Isildur). La trilogía de Peter Jackson, estrenada en años consecutivos por cuestión de metraje y de comercialización, se convirtió en uno de los fenómenos cinematográficos más importantes de la primera década del siglo XXI, logrando la aceptación de los seguidores de la novela y de aquellos espectadores que descubrieron a los hobbits a través de esta aventura épica, donde se citan enanos, elfos, humanos, orcos o medianos, que se ganó un lugar en la historia del cine.
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