martes, 26 de febrero de 2013

Arma letal (1987)


El cine de acción policial de la década de los ochenta podría pasar por un derivado que ruidoso del policíaco del decenio anterior, ya que en estas producciones de acción no se descubre la crudeza o el pesimismo, no exento de crítica social, que predomina en films como The French Connection (William Friedkin, 1971), La noche se mueve (Night Moves, Arthur Penn, 1975) o Tarde de perros (Dog Day Afternon, Sidney Lumet, 1975). En Arma letal (Lethal Weapon, 1987) prevalecen las explosiones, las persecuciones, los tiroteos o los chistes más o menos fáciles, tan de moda entre los héroes de los ochenta, entre quienes destacan con luz propia el solitario John MacLane de Jungla de cristal (Die Hard, John McTiernan, 1988) o la pareja de agentes de este demoledor éxito de taquilla dirigido por Richard Donner, un film que encuentra su referente más cercano en Límite: 48 horas (48 Hrs., Walter Hill, 1982), película en la que se observa otro peculiar dúo inmerso en un caso que sirve para dar rienda suelta al enfrentamiento humorístico entre dos compañeros a la fuerza (poli y caco). En su quincuagésimo cumpleaños el bueno del sargento Murtaugh (Danny Glover) recibe una sorpresa inesperada cuando en el trabajo le informan de que le aguarda su nuevo compañero, que por lo visto pasa por ser un tipo bastante inestable, algunos incluso dirían que se trata de un suicida en potencia, aunque la trama apenas profundiza en los aspectos emotivos que dominan a Martin Riggs (Mel Gibson). Sin embargo, a pesar de que lo intenta, Riggs no es capaz de matarse, aunque sí a los chicos malos que le buscan las cosquillas sin saber que es un temerario a quien no le asusta el peligro. Los primeros minutos de Arma letal detalla el comportamiento de ambos agentes y las evidentes diferencias de carácter, las cuales enfatizan el humor, o al menos lo intenta. Pronto se descubre a Murtaugh como un padre de familia, hogareño, sosegado y de edad avanzada para un trabajo de campo que conlleva peligros como los de investigar a una organización de narcotráfico, en contraposición de este comportamiento sereno, racional, se encuentra la inestabilidad emocional de un agente como Riggs, letal y visceral, que se deja guiar por sus impulsos, por sus fantasmas del pasado y por su plena confianza en su valía, ya que asume ser el mejor en lo que hace. El colosal éxito en la taquilla de Arma letal abrió las puertas a sucesivas secuelas que contaron con el mismo director y la misma pareja protagonista, a quien se le unirían nuevos rostros a lo largo de la saga (Joe PesciRene RussoJet Li o Chris Rock), sin embargo, ninguna de las sucesivas entregas alcanzó el nivel de este, digamos, clásico de acción ochentero cargado de tiroteos y de un humor sustentado por las situaciones que, en este caso concreto, giran alrededor de las diferencias generadas por la edad o los comportamientos nacidos de dos maneras de entender tanto la vida como su profesión, aunque al fin y al cabo ambos colegas están condenados a entenderse y convertirse en amigos inseparables antes de que den al traste con los planes de los malos de la función.



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