No existe ideología ni religión que pueda justificar el crimen, y menos uno tan atroz como el cometido el 11 de septiembre de 2001, cuando varias células terroristas secuestraron cuatro aviones comerciales y alcanzaron, con tres de ellos, dos de sus objetivos. Desde aquel irracional instante (salido de la peor de las pesadillas) la sociedad sintió el miedo, la desesperanza y la desorientación que provocaría un cambio en la percepción del presente y de un futuro incierto. amenazado por los fantasmas que se desataron aquella funesta y sangrienta jornada. Ojalá United 93 nunca hubiese sido filmada, porque eso implicaría que la sin razón nunca se habría consumado, pero por desgracia no fue así, y la triste realidad se grabó en las retinas de todos cuantos observaron la devastación y el salvajismo de un día que conmocionó a la humanidad. United 93 no busca emitir juicios, sino recordar aquel instante y a quienes lo sufrieron, decantándose por emplear una perspectiva realista y humanista que arranca desde la normalidad de una jornada cualquiera, sin que los pasajeros del vuelo de la United Airlines, que despega del aeropuerto de Newark (New Jersey) con destino a San Francisco, sospechen el terror y la tragedia que van a vivir. Totalmente contraria a la ignorancia que domina el comportamiento de los pasajeros (hablan, ríen, desayunan o leen) se encuentra el nerviosismo que evidencian los cuatro terroristas (se muestran inquietos, se observan, incluso alguno parece mostrar dudas), conscientes de lo que están apunto de hacer. En todo momento el espectador conoce el destino fatal de los tripulantes, porque conoce parte de los hechos que irán asomando a través de las imágenes que muestran los centros de control donde se desarrolla una jornada laboral que, en un primer momento, no se diferencia de otras, hasta que se descubre un indicio que apunta la posibilidad de que uno de los aviones en ruta ha podido ser secuestrado; sin embargo no existe confirmación al respecto, y está se produce cuando las pantallas de televisión muestran el World Trade Center tras el impacto, que inicialmente se cree producido por la colisión de una avioneta. El caos, la perplejidad, el terror o la desorientación que se vive en tierra todavía no se percibe ni en la tripulación ni en los pasajeros del United 93, hombres y mujeres, con nombre y rostro, con familias y amigos, con esperanzas e ilusiones, que ignoran los trágicos sucesos ocurridos en Nueva York y en el Pentágono. Paul Greengrass expuso aquel instante sin emitir juicios, sólo mostrando los sentimientos y las sensaciones de los implicados, quienes inicialmente actuarían desde la normalidad que se observa en los primeros instantes del film, que deja paso a la desorientación y perplejidad que domina en los centros de control aéreo. La inquieta mirada de la cámara sigue a esos controladores que no pueden hacer nada para evitar los terribles sucesos, lo mismo que sucede a los militares que se encuentran ante una situación para la que nunca les han preparado. La primera parte de United 93 se centra principalmente en los hechos que se producen en tierra, introduciéndose en determinados momentos en el avión, donde todavía no se ha consumado el secuestro, para familiarizar al espectador con los rostros de los pasajeros y de los futuros secuestradores, creando una sensación de acercamiento que posteriormente se transformará en tensión, terror y pánico. La segunda parte se centra exclusivamente en los hechos que se producen en el interior del aparato, dominado por el miedo, la violencia o la esperanza que surge del instinto de supervivencia de un grupo de seres humanos conscientes del final que les espera cuando descubren a través de sus teléfonos móviles la increíble realidad que asola al mundo. Los pasajeros del United Airlines 93 cobran el protagonismo absoluto en esa última parte del film, que se convierte en un homenaje al sufrimiento y al valor de aquellos hombres y mujeres que ante la adversidad más cruel asumieron una lucha desesperada para sobrevivir al fanatismo y al terror desatado aquella jornada que conmocionó a la humanidad, sin distinción de credo, raza o ideología.
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