viernes, 26 de octubre de 2012

Star Trek (2009)


Resulta inevitable para una saga de larga duración que caiga en la repetición temática que obliga a los responsables a buscar nuevos enfoques, acordes con los cambios que se producen en los gustos del espectador y en los tiempos que corren. Star Trek es uno de esos casos, quizá, después del agente 007, se trate de la franquicia más longeva, si se tiene en cuenta que la serie de televisión original se estrenó en el canal NBC en 1966, y su primera película fue dirigida por Robert Wise en 1979, un film que continuaba lo expuesto en la serie y que aprovechó el boom galáctico iniciado por La guerra de las galaxias dos años antes. Hasta el momento la franquicia Star Trek cuenta con varias series de televisión, once películas, de las cuales seis fueron interpretadas por el elenco original: el capitán Kirk (William Shatner), Spock (Leonard Nimoy) y compañía, que en 1994 cedieron el puente de mando del Enterprise al capitán Picard (Patrick Stewart) y a la nueva generación de trekkies, que exploraron la galaxia en cuatro films. Tras siete años ausente de la gran pantalla, Star Trek regresó con el film número once, que no continúa la linealidad temporal marcada por las anteriores producciones, ya que realiza un salto al pasado (se había hecho con anterioridad, pero como parte de la intriga que se desarrolla en el presente-futuro) para reiniciar la saga desde el principio, ofreciendo un universo temporal paralelo que permitió a JJ Abrams mostrar el nacimiento de Kirk abordo de una lanzadera que abandona una nave de la flota estelar que está siendo atacada por una nave romulana salida de la nada. Star Trek (número once) resulta más entretenida y emocionante que sus precuelas; además de la acción presenta a los personajes desde sus inicios (apunta brevemente aspectos de las personalidades de Kirk y Spock), pasando por el encuentro de todos los miembros (importantes en la narración) del Enterprise, que irán mostrando sus cualidades y aspectos que apuntan hacia su yo maduro de la saga original. Sin duda, lo más importante de la película de Abrams es ese retorno al pasado, que se produce al abrirse una puerta temporal por la que se cuelan dos naves, una de las cuales ataca al crucero que durante doce minutos será capitaneado por George Kirk (Chris Hemsworth), muerto en ese enfrentamiento y convertido en una leyenda al sacrificarse para salvar a las 800 personas que viajan en la nave, incluida su mujer y su hijo que nace justo cundo estalla el crucero. El universo de Star Trek cambia con esa irrupción temporal, que permite una nueva aventura y una nueva posibilidad creativa, en la que se presenta velozmente a los héroes principales en dos momentos: cuando son niños (Kirk conduciendo un automóvil a gran velocidad, sin detenerse ante las amenazas de su padrastro o del robot policía, y Spock, menos impulsivo, mitad vulcaniano mitad humano, que sufre un enfrentamiento interior entre dos naturalezas contrarias) y cuando deciden unirse a la flota estelar (que sirve para comprobar que Kirk (Chris Pine) no ha cambiado y que Spock (Zachary Quinto) continúa intentando aplacar el enfrentamiento entre sus dos mitades). De nuevo se produce un avance en el tiempo, en esta ocasión de tres años, para mostrar a Nero (Eric Bana), romulano que busca una venganza irracional destruyendo el planeta natal de Spock, a quien culpa de la destrucción de su mundo en el futuro del que procede. Desde el primer instante en el que se encuentran Kirk y Spock sus personalidades chocan, a pesar de que éstas funcionarían mejor si se aceptasen, como deja entender el viejo Spock (Leonard Nimoy) cuando se encuentra con el joven Kirk, cuando éste es expulsado de la nave por el Spock que todavía no ha encontrado su equilibrio interno. La onceava aventura cinematográfica del Enterprise reunió todos los requisitos necesarios para entretener y dar ese nuevo rumbo a una saga que ya había dado más de lo que podía ofrecer, proporcionando un nuevo universo que explorar y que explotar comercialmente.

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