El político (1948)
¿El
poder corrompe o es la naturaleza de cada individuo la que sale a
relucir una vez alcanzado? ¿Se puede comprar a cualquiera o solo a
aquellos que han estado esperando la oferta oportuna? El periodista
Jack Burden (John
Ireland)
observa por primera vez a Willie Stark (Broderick
Crawford)
ante un pequeño grupo de personas, en sus palabras y en su actitud
ve la imagen de un hombre honrado, el único que conoce dentro de esa
profesión dedicada a la política, pero también sabe que Stark no
puede vencer, porque ni cuenta con apoyos políticos ni financieros.
Willie Stark se hace un nombre gracias a los artículos escritos por
Jack, los cuales recorta y pega en un álbum, como si soñase
despierto, sensación que, por un momento, parece alejarle del motivo
que alega defender. Jack observa en Stark la sinceridad que no
encuentra en su ambiente natural, entre las familias más antiguas y
poderosas del Estado, un entorno que le ha convertido en un ser
descreído; quizá esa sea su disculpa para dejarse arrastrar por
Stark. Tras la primera derrota del político (cuando es utilizado
como señuelo en las elecciones a gobernador), Jack se aleja de
todos, incluso de Anne Stanton (Joanne
Dru),
y deambula buscándose a sí mismo durante cuatro años, hasta que
finalmente regresa con Willie, porque ese es el lugar que cree
corresponderle. Jack sabe que su amigo emplea métodos poco éticos,
pero se niega a reconocer que el hombre en quien cree ha cambiado,
aunque su comportamiento resulte despótico, cercano a la autoridad
dictatorial similar a la empleada por aquellos a quienes años atrás
censuraba. Para Willie Stark el fin justifica los medios, convicción
moral que dice muy poco en favor de su integridad, cualidad ésta que
debería ser innata a cualquier político, pero por desgracia el
poder y el regocijo que éste le produce saca a relucir su verdadero
yo. Stark se confirma como un individuo capaz de cruzar, sin el menor
esfuerzo, la línea que separa lo ético de lo no ético con tal de
adquirir el poder que finalmente consigue, y que pretende conservar a
cualquier precio, aunque para ello deba utilizar a Jack, supuesto
amigo, a Sadie Burke (Mercedes
MacCambridge),
secretaria y amante, a Lucy Stark (Anne
Seymour),
sacrificada esposa, o a su hijo Tom (John
Derek),
a quien empuja hasta límite.
Adaptando la exitosa novela de Robert Warren Penn, Robert
Rossen expone en El político (All the King's Men, 1948) la política desde un supuesto hombre hecho a sí mismo,
que parte de la nada y se decide a luchar por ser reconocido y
escuchado, alcanzando un reconocimiento social gracias a denunciar
las carencias e injusticias que afectan al pueblo (el accidente de la
escuela le convierte en el caballero andante de las masas), pero que
se deja arrastrar por el atractivo del poder. Willie Stark logra su
objetivo, construye escuelas, carreteras, hospitales, pero su ego le
delata, pues todo cuanto realiza lleva su nombre, ya sea la autopista
estatal en la que su hijo sufre el accidente en el que pierde la
movilidad o el hospital que Adam Stanton (Shepperd
Strudwick)
se niega a dirigir, porque rechaza tener cualquier tipo de relación
con un hombre a quien considera corrupto. La falta de ética de Stark
es innegable, se descubre en su manera de hablar, de actuar o en sus
relaciones fuera de un matrimonio que necesita para salvaguardar las
apariencias, pero del que se desentiende en cuanto se convierte en el
hombre más poderoso del Estado. Todos aclaman a Stark, incluso Anne
se deja impresionar por sus discursos y su fuerza animal, pero lo que
no saben sería que Stark es un político que posiblemente nunca ha
creído ni en las palabras que le han llevado hasta la cima ni en los
electores que han confiado en él. Cuanto hace siempre parece hecho
para satisfacer su ambición o para calmar los complejos creados por
el poder y la gloria, a los que concede la importancia máxima,
aunque inicialmente no quiere reconocerlo. Desde el momento en el que
se convierte en el líder del Estado (cuatro años después de la
burla electoral en la que comprendió cómo ganar, produciéndose de
ese modo un cambio en su comportamiento), Willie Stark muestra su
verdadero rostro, el mismo que ni Jack ni Anne desean ver, cagados
por la falsa imagen que se han formado de un político deshonesto,
capaz de coaccionar, chantajear e incluso asesinar para mantener un
poder que cree de su exclusividad, cuando en realidad éste reside en
ese pueblo engañado que le ovaciona y apoya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario