La comedia sutil puede ser la mejor elección para abordar las inseguridades individuales fomentadas por la incomunicación, la soledad o por los cánones impuestos dentro del ámbito social o familiar en que se se mueven (como el comportamiento de Nessa Watkins (Zooey Deschanel), la adolescente que no acepta su cuerpo, porque desea ser como las modelos de las revistas), sino que se lo pregunten a Woody Allen, pero Mumford no tiene que ver con el cine realizado por el genial cineasta neoyorquino, aunque guarda una pequeña similitud en la presencia de un psicólogo y sus pacientes. Mumford es un emotivo estudio del comportamiento de un grupo de personas insatisfechas rodado Lawrence Kasdan, ambientado en esa pequeña localidad a la que hace referencia el título, como también sirve para dar nombre al nuevo psicólogo que se ha instalado en ella, convirtiéndose en el punto de equilibrio para unos pacientes necesitados de seguridad, calor, aceptación y comprensión. Mumford (Loren Dean) escucha y acepta a sus pacientes porque ha pasado por una situación similar, pero Mumford no es su verdadero nombre, ni su título en psicología es auténtico, sin embargo parece que su metodología funciona, como también funciona un presente en el que ya ha superado sus problemas del pasado; que en el film se exponen mediante el flashback que se produce cuando el doctor se sincera con el bueno de Skip Skipperton (Jason Lee), a quien narra su caída en el abismo de descontrol al que se vio arrastrado por su adicción a las drogas. En Mumford ya no es aquel individuo enfermo, en Mumford es un tipo tranquilo y observador, capaz de reconocer las necesidades de quienes acuden a su consulta en busca de una solución para sus vidas insatisfechas, como sería el caso de Sofie Crisp (Hope Davis), una paciente eternamente cansada con quien empieza a mantener una relación más allá de lo estrictamente profesional, pero que parece funcionar para ambos, porque por casualidad, surge el amor. La estancia del falso psicólogo en la ciudad permite a sus pacientes la oportunidad de ser escuchados, quizá la mejor terapia para individuos condicionados por la incomunicación y la soledad, aunque para otros resulta una amenaza en una cotidianidad aceptada y que pretende inamovible. La relación de Mumford con Skip Skipperton, el visionario de la informática y el hombre más rico del pueblo, se inicia por la necesidad que éste siente por ser valorado por quien es, un muchacho sincero y sencillo, no por lo que posee; de este modo se crea un vínculo real, que les permite ayudarse mutuamente, compartiendo sus secretos y los sentimientos relacionados con Sofie y Lily (Alfre Woodard), otra de las almas solitarias de Mumford. Skip no es el único que necesita comprensión y seguridad en sí mismo, porque allí donde se detiene la cámara se encuentra a alguna persona con problemas de soledad, generados por la incomprensión, la desilusión o el miedo a no ser aceptados por su entorno, algo que no ocurre en la consulta de "doc", como le llaman algunos, donde no se sienten juzgados y sí dispuestos a dejar salir sus emociones, como se observa durante las sesiones con Althea Brockett (Mary McDonnell), que intenta alejar incomunicación marital coleccionando todo tipo de productos, o con Henry Follett (Pruitt Taylor Vince), quien esconde sus complejos e inseguridades desarrollando la fantasía de ser un personaje ficticio totalmente opuesto a él, que le permite alejarse de una realidad en la que no se acepta a sí mismo. Mumford como entorno social y como comedia optimista descubre la esperanza y la hace realidad, ya que las inseguridades se pueden combatir con el optimismo que el doctor muestra en todo momento, porque, al fin y al cabo, en cualquier momento un alma solitaria puede dejar de serlo.
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