En este curso de Historia Universal, solo los más despistados ignoran quiénes o qué fue Monty Python, el resto sabe la lección u oculta los apuntes en los que se lee que fue un grupo de humoristas formado por cinco británicos y un estadounidense. En letra más pequeña aparece que la troupe alcanzó un enorme éxito en Gran Bretaña con el show televisivo Monty Python's Flying Circus (1969-1974), un programa compuesto de memorables sketches que ya anunciaba el humor que posteriormente dominaría en sus incursiones cinematográficas en varias películas que no dejaron indiferente, sobre todo La vida de Brian (Life of Brian, 1979), divertida y ácida sátira que alcanza cotas de irreverencia suma. Criticada por algunos, alabada por otros, la película narra la historia de Brian Cohen (Graham Chapman), un joven judío a quien sus contemporáneos confunden con el mesías mientras el humor rige su destino y su deambular por un Jerusalén bajo dominio romano. Como testigo y víctima de excepción de oradores callejeros, vendedores, ex-leprosos, conquistadores y rebeldes oprimidos, pero con alcantarillado y acueductos, Brian experimenta en primera persona los acontecimientos que cambiaron la Historia reescrita por los Monty Python, desde las lapidaciones, por aquel entonces prohibidas a las mujeres —que acuden al espectáculo ocultando su sexo bajo las barbas postizas que también se venden en el puesto de piedras y gravilla—, hasta ser juzgado por el gobernador romano Poncio Pilatos (Michael Palin). Estos y otros hechos se encuentran documentados en el desternillante estudio realizado en 1979 por el grupo de historiadores, genios del humor delirante e hilarante, quizás también absurdo, pero no por absurdo carente de ingenio y lógica aplastante.
Dicho estudio confirma la existencia de ese personaje histórico que, según corroboran las fuentes, respondía al nombre de Brian, nacido el día cero del año cero en el punto cero y pico, sí, al lado del famoso portal de Belén. Este joven de madre dominante y viril (Terry Jones), de padre desconocido, aunque se cree que se trataba de un centurión romano que se dejó caer, el mismo joven que acude a apedrear a aquel que osa pronunciar el nombre de Jehová y que trabaja en el Coliseo de Jerusalén vendiendo morros de nutria y otras exquisiteces que tanto gustan al opresor romano, sí, ese mismo hombre se une al Frente Popular de Judea y no al Frente Judaico Popular o al Frente del Pueblo Judáico, porque estos y aquellos no serían más que unos disidentes. En su primer encargo como independentista del FPJ Brian demuestra su desconocimiento de las declinaciones del latín, sin embargo, un centurión romano le ayuda a corregir su error gramatical, para luego castigarle con cien copias de “Romani ite domun” que deben ser escritas en la fachada del palacio de un Pilatos que pronuncia de risa y más si cabe cuando nombra a su amigo íntimo Pijus Magnificus (Biggus Dickus en su versión original) (Graham Chapman), que también tiene desternillantes problemas de dicción. En definitiva, el estudio expuesto en La vida de Brian no es para tomárselo a broma, sino a sátira irreverente, que puede provocar atracción o rechazo, pero nunca indiferencia. Pero, volviendo a sus autores, La vida de Brian es la obra cumbre de Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin, el inolvidable sexteto de genios del humor que fue capaz de perpetrar esta magistral ida de olla en la que se parodia la vida de un hombre que no quiere ser el mesías, pero que no puede evitar que el pueblo le siga y le aclame como tal, aunque ninguno de sus seguidores tenga muy claro por qué lo divinizan, y quizá su ignorancia sea el motivo que los impulsa a seguir y a malinterpretar las palabras de Brian. Todos los componentes de Monty Python participaron en la escritura del guion, sin embargo fue Terry Jones el encargado de firmar como director, mientras que las escenas animadas corrieron a cargo de Gilliam. La mayoría de los personajes importantes fueron encarnados por el sexteto, salvo el de Judith (Sue-Jones-Davies), la chica que trae de cabeza a un joven que inútilmente intenta escapar (incluso como polizonte en una nave espacial) de un destino que le depara escuchar a Eric Idle cantando "Bright side of the life" en su multitudinaria crucifixión.
La inventiva de los Monty Python's es increíble, punto aparte para George Harrison que hizo posible que se hiciera esta película al financiarla y hacer un cameo en la misma.
ResponderEliminarTotalmente, Marcelo. Y gracias por recordar la importancia de George Harrison, quien, entre otras, también produjo “Los héroes del tiempo” a Terry Gillian, y a Neil Jordan, “Mona Lisa”.
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