William Canfield, Jr. (Buster Keaton) es un joven educado en Boston, de costumbres refinadas que chocan con las del pueblo al que llega para visitar a su padre, a quien no ha visto desde que era niño, y por lo que se puede apreciar cuando baja del tren tampoco le ve en esa estación donde se encuentra perdido (y donde todos los pasajeros que se han apeado lucen la flor que tendría que servir para que su padre le reconociese). El héroe del río expone el humor más característico de las películas del carismático cómico y el típico e inevitable romance, que se sabe posible a pesar de los impedimentos a los que se enfrenta el torpe William, aunque en realidad no es tan torpe como parece, como tampoco lo son sus personajes de El maquinista de la general o El navegante (The Navigator, 1924), quienes al igual que Steamboat Bill, Jr. deben superar las condiciones adversas para alcanzar el reconocimiento y el amor.
El señor King (Tom McGuire) y William "Steamboat Bill" Canfield (Ernest Torrence) mantienen un disputa por culpa del transporte fluvial, ambos tienen una embarcación, pero mientras la de King es moderna y segura, la de Steamboat es decrépita, y amenaza con hundirse en cualquier momento. Cuando William Canfield, Jr. llega al pueblo no conoce a su padre, ni aquel a su hijo, a quien seguramente habría deseado no conocer, al menos al principio, antes de que ese muchacho enclenque, que dice ser su hijo, se convierta en el héroe del río y consiga la mano de Kitty (Marion Byron), la hija de King, también educada en Boston. Ambos padres, familiares cómicos de Capuletos y Montescos, pretenden impedir una relación amorosa iniciada en el Este, antes de que la pareja coincidiese en ese río que les separa. No obstante, el joven William no está dispuesto a dejar escapar el amor, pero antes de que éste triunfe debe sufrir escenas graciosas y un tornado plagado de detalles que hablan del magnífico ingenio de Buster Keaton y su equipo de colaboradores. Por desgracia su talento para la comedia se vio relegado al olvido con la aparición del sonoro, ya que los gustos del espectador y de los estudios cambiaron, lo cual no quiere decir que ni para mejor ni para peor, aunque muchas de las comedias que iniciaron dicho periodo carecen del ingenio y de la gracia de películas como El héroe del río.
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