viernes, 18 de mayo de 2012

Un viaje a la frontera


No sólo los cineastas (u otros artistas) crean ilusiones o recuerdan realidades que de otra forma pasarían más desapercibidas; también en la vida diaria se encuentran personas que están dispuestas a aportar su grano de arena en la creación de algo grande, mucho más grande que el cine, la literatura, la música o cualquier otra manifestación del arte; me refiero a la vida misma, personas como los amigos de Colabora Birmania, cuya labor de ofrecer una posibilidad a cientos de niños birmanos refugiados en la frontera tailandesa es digna de darse a conocer en cualquier ámbito. La historia de Colabora Birmania comenzó cuando un grupo de jóvenes voluntarios decidieron cambiar el rumbo de sus vidas, y con ello la de muchas otras personas, que gracias a la colaboración y la solidaridad pueden optar a un presente mejor, más digno y más seguro. La situación en Birmania es una de las peores que se pueden encontrar en la actualidad en el sudeste asiático, pero eso no es algo nuevo, pues ya son muchas las décadas de sufrimiento de un pueblo que cuenta con millones de desplazados como consecuencia de la guerra, el hambre y las torturas sufridas bajo el dominio de un régimen militar que tomó el poder en 1964; y a pesar de que en el año 2010 se celebraron elecciones, éstas no fueron ni libres ni justas. Mae Sot, localidad fronteriza tailandesa es el centro de operaciones de está ONG (y de otras muchas dada la gran cantidad de refugiados) que se orienta hacia ese núcleo de población más débil: los niños, a quienes acogen en sus escuelas, ofreciéndoles la oportunidad de poder tener una infancia en la que no se vean obligados a realizar trabajos para conseguir su propio sustento. Hasta el momento, Colabora Birmania mantiene dos escuelas: La escuela Km 42, a la que asisten 400 niñas y niños, y La escuela Buddhist Mission, en el campo de refugiados de Noh Poe, a la que asisten 370 alumnos/as entre los 5 y los 15 años, además de los citados centros de escolarización, la organización mantiene una guardería, Chicken School, que recibe cada día a 85 niños y niñas birmanos, encargándose de los gastos de mantenimiento y de alimentación. He de reconocer que me siento orgulloso de conocer a dos de los miembros de esta ONG, porque gracias a ellos soy consciente de la importancia de su tarea y del respeto que muestran a la cultura y a las tradiciones birmanas al llevarla a cabo, sin olvidarme de la ilusión que se descubre en sus rostros, correspondida por la sonrisa de los centenares de niños que acuden cada día a esas escuelas donde son atendidos por personal laboral local. Quizá muchos de nosotros no pensamos en situaciones como la birmana, pero la realidad está ahí, delante de nuestros ojos, por ello me permito calificar de genial la labor de estas personas que intentan desde la ilusión mejorar un entorno que para muchos de nosotros resulta difícil de imaginar; pero ahora pienso en ello, consciente de que se puede colaborar de muchas maneras, y como dice la nueva iniciativa de la ONG: <<Ahora te toca a ti>>. Y es verdad, ahora me toca, porque cualquier paso, por muy pequeño que sea, siempre es más grande que no dar ninguno. Desde aquí mi apoyo y agradecimiento a Colabora Birmania y a todo aquel que intenta sembrar la ilusión y la esperanza allí donde más se necesita..

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