viernes, 4 de mayo de 2012

Batman Begins (2005)



El personaje cinematográfico de Batman ha sufrido una clara evolución desde aquella primera adaptación para la gran pantalla en 1966, en la que destacaba por su falta de argumento y por su excesivo colorido, influencia de la cultura pop que se imponía en aquellos años sesenta, hasta que en 1988, un proyecto que llevaba varios años anunciándose, cayó en manos de Tim Burton. En 1989 se produjo el estreno de Batman, convirtiéndose en la película más taquillera de la Warner Bros. y en el inicio de una lucrativa franquicia de la que el director de Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands, 1990) asumiría su segunda entrega en Batman vuelve (1992), completando así un díptico en el que los villanos cobraron mayor protagonismo que el héroe. Pero las aportaciones de Burton (atractivas en muchos aspectos) no tuvieron continuidad, más bien, sufrieron un retroceso cuando años después Joel Schumacher tomó el relevo de la saga. Pero, en el año 2003, tras varios films de dudoso entretenimiento y valía, el personaje creado por Bob Kane (y Bill Finger) fue a parar a Christopher Nolan, quien transformó al héroe de cómic en un personaje más dramático, oscuro y humano que cualquiera de sus predecesores, lleno de dudas y miedos. Batman Begins (2005) indaga en los orígenes de Bruce Wayne (Christiam Bale) antes de convertirse en el justiciero nocturno de Gotham, dominado por un complejo de culpabilidad que le ha llevado hasta la cárcel donde se le observa en conflicto consigo mismo y con su entorno. En ese mismo lugar se presenta Henri Ducard (Liam Neeson) para ofrecerle la oportunidad que aguarda, la que le permita aceptarse y vencer sus miedos. Bruce Wayne asciende hasta el templo de la liga de las sombras, donde se entrenan los miembros de un grupo que asegura defender la justicia, aunque sus métodos atestiguan todo lo contrario, y chocan de pleno con los valores del futuro héroe. Bruce Wayne no olvida sus fantasmas, pero sí los acepta como parte de él; su decisión está tomada, será un defensor de la justicia, pero sin faltar a su conciencia. De ese modo, tras salvar a su mentor del fuego que ha destruido el templo de Ra's Al Ghul (Ken Watanabe), Bruce regresa a la ciudad de la que se alejó tiempo atrás debido a su inestabilidad emocional, fruto del asesinato de sus padres a manos de un atracador callejero.


Mediante una serie de retrocesos temporales, 
Christopher Nolan conjugó el presente con el pasado para mostrar: la muerte de los padres de Bruce Wayne, la caída del pequeño Bruce dentro el pozo donde fue atacado por los murciélagos que se presentan en sus pesadillas o el instante en el que a punto estuvo de cruzar la línea que separa lo correcto de lo incorrecto, cuando se proponía ajusticiar al asesino de sus progenitores. Superados los problemas con su pasado, el futuro caballero oscuro se presenta en la mansión donde se reencuentra con Alfred (Michael Caine), siempre fiel y siempre dispuesto a ayudarle, a menudo haciéndole ver sus errores. Alfred es una especie de conciencia, de consejero y de niñera, esto último es lo que le ha llevado a intentar que todo permaneciese tal y como estaba antes de la partida de Bruce Wayne; sin embargo no ha podido frenar el afán de poder de Earle (Rutger Hauer), deseoso de hacerse con el control de Industrias Wayne. Pero poco o nada interesa el mundo de las financias a un hombre que empieza a tener una idea clara de cómo será su vida, dicha clarividencia le lleva a prestar un interés especial por Lucius Fox (Morgan Freeman), el ejecutivo condenado al ostracismo que ha desarrollado la tecnología que Batman piensa utilizar para sus fines. La primera hora de Batman Begins indaga en los inicios del héroe, pero también presenta al delincuente que domina la ciudad, Carimine Falcone (Tom Wilkinson), y a un enemigo más letal que dice llamarse espantapájaros (Cillian Murphy), cuya misión no es la de asustar a los pájaros para que no estropeen las cosechas, sino ser un peón en un juego mucho más peligroso. Batman observa, vigila y se pregunta en quién confiar a parte de Alfred, así descubre que el sargento Gordon (Gary Oldman) es un hombre íntegro dentro de un cuerpo de policía repleto de agentes corruptos. Batman nace, pero no antes de superar sus miedos; se desarrolla, consiguiendo la tecnología que le permitirá cumplir con su cometido, al tiempo que su deseo por recuperar el amor de Rachel Dawes (Katie Holmes) se hace más fuerte. Batman Begins no es un cómic, no muestra el colorido de la cultura pop, como tampoco presenta a unos villanos que recargan su actuación para lucirse en detrimento de la historia, y atormentar a un espectador que no comparte sus cargantes sonrisas; en manos de Nolan, esos villanos son seres letales, poseen un fin, e incluso una dualidad moral como sería el caso de Henri Ducard, quien predica la justicia, pero realizando actos injustos. Dejando a un lado la cuestión de gustos, las adaptaciones de Christopher Nolan son las mejores que se han hecho del personaje, afirmación que se confirmaría cuatro años después en El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008), film donde el conflicto emocional alcanza otra dimensión al condenar a Bruce Wayne a vivir entre unas sombras que le superan.

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