Ese conflicto, aún sin estallar, no escapa ni a Thorpe ni a Sir John Burleson (Donald Crisp), consejero real que apoya al corsario en su insistencia para que la reina financie una armada con la que puedan enfrentarse a los españoles. Elizabeth se niega aduciendo que las arcas reales se encuentran bajo mínimos, obligando al halcón del mar a proponer un plan que ella rechaza como reina, pero que apoya como mujer, palabras que confirman a Thorpe la puesta en marcha de su arriesgada misión, que no es otra que hacerse con el gran tesoro que los españoles pretenden trasladar desde Panamá al viejo continente. El halcón del mar presenta una época histórica, de rivalidad entre dos monarcas, que precedió al mayor desastre de la armada española, y con él al desmoronamiento paulatino de un imperio que resultaba imposible mantener. Este contexto resulta una excusa perfecta para rodar un film de aventuras, donde los halcones de mar, corsarios que luchan bajo la protección de la reina inglesa, son los buenos y los españoles los malos, así de simple, no hay medias tintas, por ello no existe mayor explicación que el afán de Felipe II por dominar el mundo y ante eso hecho alguien debe interponerse; y éste no podía ser otro que el héroe por antonomasia del cine de aventuras de los años treinta y cuarenta del siglo XX: Errol Flynn, una vez más bajo la dirección de Michael Curtiz con quien compartió varios títulos esenciales dentro del género y de la carrera del actor. Si a la presencia del héroe, de los villanos y del romance, se le unen las escenas de abordajes, duelos de espadas y un poco de humor, se obtiene un film entretenido y uno de los máximos exponentes del cine de aventuras filmado en Hollywood durante su época dorada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario