martes, 13 de septiembre de 2011

Tierra y libertad (1995)


En su Homenaje a Cataluña (1938), en el que narra su experiencia en la guerra civil española y en los enfrentamientos de Barcelona de mayo de 1937, George Orwell comenta que siempre quiso ir a España, pero también deja claro que la guerra y la situación que se encontró no era la misma que había imaginado tras leer las noticias que publicaba la prensa inglesa, ajena por completo a la realidad que se estaba viviendo en la península ibérica, a más de mil kilómetros de su isla. Aparte de la desinformación, tanto dentro como fuera del país en guerra, Orwell apunta en su libro que primero descubre una Barcelona obrera donde las diferencias de clase prácticamente han desaparecido. Se vive en camaradería, sin amos ni siervos; y ya en el frente de Aragón, la situación la describe de espera, de falta de armas y acumulación de piojos. Sin apenas armamento, los milicianos pasan sus días discutiendo de política, haciendo guardias o pasando frío, aún así, todavía creen en el triunfo de la revolución contra la sociedad burguesa y en la derrota del fascismo, el enemigo común de los diferentes grupos que combaten en esa tierra que marcará de por vida al autor de 1984 (1948).



Inspirándose en Homenaje a Cataluña, al menos en parte de lo expuesto por OrwellKen Loach realiza la que posiblemente sea la mejor película que aborda la situación miliciana en las trincheras del frente aragonés y, en menor medida, en las calles barcelonesas donde se producen los enfrentamientos entre la guardia de asalto, controlada por comunistas-estalinistas del PSUC, y los anarquista de la CNT y los marxistas del POUM, a quienes los primeros acusan de quintacolumnistas trotskistas al servicio de los fascistas y, por tanto, de culpables de los sangrientos sucesos que se producen en la ciudad condal en mayo del 37. Loach desarrolla su retrato del conflicto civil y revolucionario español desde la perspectiva de las milicias del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) a las que, igual que Orwell en la realidad, David Carr (Ian Hart) se une en la ficción cinematográfica al llegar a la capital catalana. Este iluso inglés, afiliado al partido comunista británico, apenas sabe del conflicto español más que lo escuchado tras la proyección de un documental que le convence para viajar a España y la fecha de inicio de la guerra.



El 18 de julio de 1936, se produjo el levantamiento militar contra el gobierno democrático elegido en las urnas. Dicha sublevación contó con el apoyo de monárquicos, carlistas, fascistas, iglesia y de parte de la población burguesa: terratenientes, comerciantes e industriales, que vieron en la liberación y el creciente poder de proletarios y campesinos un cambio indeseado en el orden social, pues temían la instauración de una sociedad libre de privilegios de clase y de propiedad privada, lo cual afectaría sus negocios y sus intereses económicos. Mientras, el gobierno republicano tampoco supo reaccionar con rapidez, ni contentar a nadie, pues también tenía sus temores. Aparte de los militares sublevados y de sus aliados, uno de esos temores era la revolución paralela a la guerra contra el fascismo; y otro, que la Unión Soviética dejase de suministrar armamento, puesto que junto México era el único país dispuesto a vender armas a la República. Cuando David arriba a España, se vive un momento durante el cual diferencias y conflictos previos entre los distintos sindicatos y partidos se suavizan, al priorizar la lucha contra el alzamiento militar que pondría fin a una democracia que no tuvo tiempo para crecer y desarrollarse. Lo que David descubrirá es un país inmerso en una sangrienta Guerra Civil y en una revolución proletaria que no llega a concretarse y que Tierra y libertad (Land and Freedom, 1995) apunta empleando las cartas y los recortes que la nieta de David encuentra tras el fallecimiento de su abuelo. Su contenido explica las experiencias vividas y la evolución-desilusión de los hechos acontecidos en un frente donde luchaban hombres y mujeres de diversas nacionalidades que habían acudido a España para enfrentarse al fascismo, el enemigo natural del obrero y el símbolo de la tiranía a la que se verían sometidos en caso de perder la contienda.



Los intereses enfrentados en España no solo eran internos, existían más allá de sus fronteras. Se vivía una tensa situación internacional, que 
amenazaba con una guerra de mayores proporciones. El fascismo dominaba países como Italia o Alemania, mientras el stalinismo sometía a la Unión Soviética y manejaba los partidos comunistas de los diferentes países europeos, así como, anarquismo, marxismo, capitalismo y otras ideologías, campaban a sus anchas por un mundo que podría pasar por un polvorín a punto de saltar por los aires. El movimiento obrero se encontraba dividido en numerosas facciones —CNT-FAI, UGT, POUM, PSUC, etc.—, separadas por intereses que divergían entre sí. Del mismo modo, el gobierno español, formado por el Frente Popular, una alianza de izquierdas (moderada y extrema), se encontraba superado y dividido por la diversidad de ideologías e intereses que a la postre perjudicarían el devenir de los hechos. Pero cuando David llega a España, ignora todo esto y su intención es luchar por la libertad y por la legitimidad de un gobierno que ni siquiera le ha podido ayudar a entrar en el país. En su caso, se encuentran otros muchos obreros y militantes, que ven en la contienda la oportunidad de luchar en una guerra libertaria contra el fascismo y la opresión que supone. Como indico arriba, David pertenece al partido comunista británico, pero no se enrola en una brigada suya, sino en la milicia marxista del POUM. Y lo hace sin más, creyendo que da igual unirse a estos que a aquellos, ya que supone que todas las milicias (anarquistas, marxistas, comunistas, ugetistas, catalanistas, republicanos y demás) luchan por lo mismo. Su primer momento en Barcelona lo aúna con quienes serán sus camaradas en el frente, donde someten todas las decisiones a votación, como sería el caso de la colectivización de las tierras del pueblo que liberan en su primera acción bélica. La espera por entrar en lucha o por unas armas en condiciones, que nunca llegan, marcan su primer contacto con la contienda, al tiempo que le permite intimar y establecer lazos con sus compañeros. También descubre que las milicias pertenecen a los diferentes partidos y sindicatos, síntoma de una no unificación de criterios que a la postre jugaría en contra de todos ellos. Pero tal desunión todavía no existe en el frente donde Blanca (Rosana Pastor), Maite (Iciar Bollaín), Lawrence (Tony Gilroy), Bernard (Frederic Pierrot) o el capitán Vidal (Marc Martínez) se convierten en una especie de familia que sufre, sangra y camina unida, aunque su unión nada puede frente a la política y a la historia, de la que también son protagonistas. El tono pacífico y dialéctico que impera en la pequeña comunidad que forman estos milicianos choca con aquel posterior (iracundo e intolerante) del que David (y Orwell) será testigo cuando regrese a Barcelona. 


Transcurrido el primer año de guerra, se disuelven las milicias, aunque estas no desean ser disueltas, a las mujeres se les prohíbe combatir y se persigue a quienes anteriormente eran amigos y luchaban contra el enemigo común. La batalla interna se ha desatado; mientras, el verdadero enemigo, bien organizado y apoyado por potencias extranjeras, no tendrá más que esperar a que su rival se debilite. Como intelectual, testigo y protagonista del instante, en su Homenaje a Cataluña (1939), Orwell intenta profundizar en los porqués y en los distintos intereses políticos advirtiendo su partidismo, ya que también asume que nadie que haya estado allí puede ser imparcial; 
Loach también toma partido, simpatiza con los milicianos del frente, y reconstruye esta etapa de la guerra no desde el enfrentamiento entre republicanos y nacionalistas, sino, como el escritor, desde el absurdo enfrentamiento político e ideológico producido entre personas que supuestamente combatían por la libertad. Con todo, los intereses, las carencias y las presiones, tanto internas como externas, dieron al traste con las esperanzas de quienes habían acudido a luchar contra un enemigo común y acabaron por encontrase en medio de un enfrentamiento que traicionaría los ideales que pretendían defender.



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