lunes, 6 de junio de 2011

Paisà (1946)


<<Rossellini fue el inventor del cine al aire libre, en medio de la gente, en las circunstancias más imprevisibles. Yo descubrí Italia acompañándolo a filmar Paisà. Para mí fue un maestro y un amigo incomparable. Era inimitable. En Paisà, Giulietta hizo un papelito, apenas una aparición, pero también para ella fue una experiencia extraordinaria. Paisà es una de las películas más hermosas de la historia del cine. Es épica como un poema homérico, solemne como un canto gregoriano, dividida en seis episodios en los cuales el autor muestra de forma viril y lacerante la Italia que emergía del desastre de la guerra. Y no digo esto porque yo haya participado, con Sergio Amidei, en la redacción del argumento y del guion, sino porque estoy profundamente convencido de que posee estas cualidades.>>


Federico Fellini, en Fellini les cuento de mí. Conversaciones con Costanzo Costantini; pág. 64. Sexto Piso, Madrid, 2006.



Apenas transcurrido un año desde Roma, ciudad abierta (Roma, città aperta, 1945), Roberto Rossellini filmó esta obra maestra de ficción realista, la más realista de las suyas, sin rastro del melodrama que aflora en determinados momentos de su anterior película. Esa ausencia de dramatización en Paisà (1946) posibilita mayor apariencia de documento histórico de la ficción filmada a partir de parte de la realidad bélica vivida en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. La destrucción, la miseria, el hambre, la violencia o la muerte son características inherentes al conflicto armado que se va desarrollando a lo largo de los seis episodios que componen Paisà, los cuales, en su conjunto, dibujan de sur a norte el mapa de la península italiana durante un periodo de lucha por sobrevivir y por expulsar al ejército de ocupación alemán. La exposición de los hechos se enfoca desde la reconstrucción de instantes, no desde la batalla, aunque haya momentos de lucha en las calles de Florencia o los cañones suenen en la distancia que se acorta con cada estruendo. Rossellini se interesa por el lado más humano e íntimo del conflicto que muestra a partir del
 desembarco de las tropas aliadas en Sicilia, instante que queda reflejado en el primero de los seis capítulos de los que consta la película. En ese momento puntual los alemanes se baten en retirada, aunque continúan siendo una amenaza para el grupo de soldados americanos que llega a un pueblo siciliano donde son recibidos entre la curiosidad que provocan y los recelos que producen en unos vecinos que han sufrido un largo periodo de postración y sufrimiento. Este comando precisa un guía que les acompañe en su misión de explorar los alrededores. Carmela, una joven del pueblo, se ofrece como voluntaria, pero, durante su estancia entre ellos, la incomunicación, consecuencia de los distintos idiomas, es una barrera que lleva tiempo y paciencia superar.


El segundo capítulo se desarrolla en Nápoles, poco después de que las tropas aliadas liberen el sur de la península. En ese instante, la ciudad es el centro de operaciones logísticas más importante del ejército aliado en Italia, ya que su puerto es de vital importancia para recibir y distribuir material bélico a los distintos lugares donde combaten las tropas. Rossellini apunta esta circunstancia, pero no pierde de vista su interés principal: el individuo condicionado por la guerra, sin importar la edad, la etnia, la nacionalidad, la religión, el sexo, si son o no combatientes, pues la contienda afecta a todos, sea en la retaguardia, en espacios liberados o en el frente. En este episodio lo muestra por partida doble, en las figuras de un niño napolitano y de un soldado afroestadounidense, haciendo hincapié en la pobreza en la que viven los ciudadanos napolitanos, que se ven obligados a recorrer las zonas portuarias a la espera de hacerse con algo que les alivie en su mísera cotidianidad. Incluso los más pequeños se ven afectados por los estragos de la contienda que les ha condenado a la miseria, a la orfandad y a la vida callejera. Uno de estos niños ayuda a un soldado ebrio que se ve envuelto en un altercado y, tras huir del lugar de los hechos, comparten parte del día. A pesar de hablar lenguas distintas, parece que se llevan bien; sin embargo, cuando el americano se queda dormido, el pequeño le roba después de haberle advertido que no se durmiera o le robaría las botas. Días después, el mismo soldado se encuentra con el ladronzuelo. Violento y enfadado, solo piensa en recuperar lo sustraído, por lo que trata al muchacho con dureza, hasta que descubre la carestía y la realidad que obligan al niño a delinquir para sobrevivir.


El tercer episodio de
Paisà avanza hasta Roma. El día 22 de febrero de 1944 los romanos ven como los alemanes empiezan a preparar su retirada. El 4 de junio los aliados entran en la capital y los habitantes salen a las calles para celebrar la liberación. Seis meses después, esa alegría ha desaparecido porque la situación continúa siendo desesperada para todos los vecinos de la urbe. Las consecuencias de la guerra perduran y ganarse la vida de manera honrada resulta complicado. Una de estas personas, Francesca, podría haber sido otra cualquiera, intenta sobrevivir ofreciendo diversión a los soldados norteamericanos, ya que ellos pueden proporcionarle comodidades a las que de otra forma no tendría acceso. Es una situación generalizada, son mujeres jóvenes que se han visto apuradas por las circunstancias a actuar de un modo que les avergonzaría antes de la guerra, pero, su nueva conducta se encuentra condicionada por la necesidad y la imposibilidad.


 
La guerra y la reconquista de Italia llegan en la cuarta parte de Paisà y a las afueras de Florencia, donde los partisanos combaten contra alemanes y fascistas. En este capítulo, Rossellini se interesó por los desaparecidos, por las familias rotas y por la búsqueda desesperada de los seres queridos en una Florencia dividida por el Arno y por las diferente facciones que ocupan sus calles inseguras, por donde apenas asoma un alma. El miedo a los francotiradores provoca que la población civil se cobije en sus casas e idee métodos que les permita conseguir agua u otros bienes indispensables. Rossellini expone esto en la pantalla al tiempo que se centra Harriet y Massimo, los dos personajes que acaparan el protagonismo del episodio. Son personas desesperadas que desean reunirse con las personas que quieren. Por ello deambulan por la ciudad, entre las ruinas y ajenos al peligro que les acecha, porque en sus mentes solo hay lugar para encontrar a los seres que añoran.


Con el quinto episodio, la guerra llega a la montaña de la Emilia-Romana —aunque fue rodada en un monasterio en las proximidades de Amalfi—, una muralla natural inexpugnable, donde cada pueblo debe conquistarse con trabajo, sangre y sacrificio. En una de estas pequeñas poblaciones se levanta un convento de monjes franciscanos. Una comunidad que ha visto como el conflicto ha mermado sus bienes terrenales, aunque no los espirituales. La situación de esta hermandad sufre un vuelco cuando tres capellanes del ejército norteamericano piden pasar la noche tras los muros del monasterio. Para los franciscanos resultan extraños, aunque no será hasta que descubren que dos de ellos no son católicos (uno judío y el otro protestante) cuando su pensamiento se muestra menos tolerante. La congregación se dirige al representante del catolicismo para saber si ha intentado llevarles por "
el camino de la verdad" y el reverendo americano contesta que sus amigos también se consideran en posesión de la verdad. Para los tres extranjeros la experiencia bélica los hace iguales, sin distinción de raza o credo. Compartir el significado del combate y la cercanía de la muerte, les une, pero esta realidad resulta incomprensible para la cerrada e intolerante comunidad religiosa.


La última parte de
Paisà muestra a un grupo de partisanos y de soldados estadounidenses que luchan contra las fuerzas alemanas en el delta del Po. Es una batalla en la que el hambre merma la fuerza de luchadores rodeados por un enemigo superior en número. Deben esconderse, utilizar los canales del río para realizar cualquier mínimo movimiento. Este es el único episodio en el que se muestra la lucha armada, con anterioridad se había presentado como telón de fondo, pero en este momento del film, de los suyos, uno de sus tres favoritos, Rossellini incluyó el enfrentamiento por la consecuencia que acarrea, una consecuencia funesta que cierra de manera brillante esta obra maestra cuya exposición de los hechos destaca por la verosímil de sus imágenes, las cuales podrían pasar por las de un documento cinematográfico rodado durante la realidad que se muestra a lo largo de todo su metraje, y como tal prescinde de adornos dramáticos para acercarse a la veracidad que se expone para provocar que el público asuma sus propias conclusiones, reflexiones que de otro modo no serían posibles.

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