El personaje interpretado por John Goodman, espléndido en su papel, es un productor de películas de terror de serie B o Z, uno que podría situarse entre la B de William Castle y la Z de Ed Wood, Jr., pero a quien el muchacho de la gasolinera confunde con Alfred Hitchcock, maestro del suspense que juega en otra liga y que por aquel 1962 triunfaba en la televisión con su serie Alfred Hitchcock Presenta/La hora de Alfred Hitchcock (1955-1965). El hábitat natural de Lawrence Woodsley son las dobles sesiones de películas que llaman la atención de un público juvenil que desea divertirse pasando miedo, aunque el producto que consume sea siempre igual: gritos de la heroína, transformaciones consecuencia de algún accidente radioactivo o atómico, monstruos, un doctor o un general como el que asume Kevin McCarthy, que es otra referencia directa al género, pues que duda cabe de que es el protagonista de uno de sus grandes títulos: La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Donald Siegel, 1956). Dante sitúa su historia, escrita por Charles Hass, con quien ya había colaborado en Gremlins 2: La nueva generación (Gremlins 2: The New Batch, 1990), en la era del miedo atómico, cuando la amenaza se siente real; y más cuando el presidente J. F. K. anuncia por la televisión la crisis de los misiles cubanos y, con ella, la posibilidad de una guerra atómica. Son días de paranoia y pánico, como Dante muestra en el supermercado donde la población de Cayo Hueso, la ciudad estadounidense más cercana a Cuba, se deja arrastrar por el miedo, o el búnker del dueño del cine donde Woolsley, ante la que se antoja su última oportunidad para salvar su negocio, piensa estrenar Mant!, su última producción, en la que un vendedor de zapatos sufre su metamorfosis, con una nueva tecnología de su invención que hará de la proyección una experiencia más real, para asustar y deleitar a lo grande a su público.
sábado, 19 de octubre de 2024
Matinee (1993)
Si alguien consulta la RAE buscando la definición de “matiné”, voz femenina que procede del francés “matinée”, encontrará dos entradas. La primera expone que se trata de una <<Fiesta, reunión o espectáculo que tiene lugar por la mañana o en las primeras horas de la tarde>> y la segunda, dice que una <<Función de cine por la mañana>>. Ambas valen para aproximarse a la propuesta de Joe Dante en Matinée (1993), aunque la película sea mucho más que eso, pues si bien resulta una fiesta cinéfila, por sus referencias al fantaterror que tanto parece gustarle —el cartel de la película protagonizada por Vincent Price, el trailer de Mant!, que bien podía estar inspirado en el de ¡Tarántula! (Jack Arnold, 1955) o en el más evidente de La mosca (The Fly, Kurt Neumann, 1958), o una alusión a tal o cual film, son algunas pruebas de ello—, también es una comedia y un homenaje al género, incluso una burla cariñosa y desenfadada a ese tipo de cine que él asume para sí desde el inicio de su carrera; allá por los días de Piraña (Piranha, 1978), Aullidos (The Howlings, 1981) e incluso Gremlins (1984), su película más popular y festivo-navideña. Igual que su protagonista adulto, Lawrence Woolsley (John Goodman), Dante juega con la idea del miedo pero sin querer asustar seriamente, sino como divertimento. Pero llamar “adulto” a cualquiera de los dos, al personaje real y al ficticio, sería restarle a la verdad, pues se trata de niños grandes que juegan a asustar y a divertir, conscientes de que tras el susto, si se sobrevive, llega la calma y una comprensión diferente de la realidad. Por tanto, hay un aprendizaje, aunque este no sea del todo consciente, ya que ninguna película de Dante ni de Woolsley persiguen lección alguna. Buscan y, a veces, logran divertir…
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