En la década de 1930, MGM reunió glamour y estrellas en Gran Hotel (Grand Hotel, Edmund Goulding, 1933) y en Cena a las ocho (Dinner at Eight, George Cukor, 1933). Eran de las primeras producciones sonoras hollywoodienses que reunían tantos astros juntos y, aunque hoy la mayoría sean desconocidos para muchos, la presencia en letras luminosas, en los carteles y en las marquesinas de los cines, de los nombres de actrices como Greta Garbo, Joan Crawford o Jean Harlow y de actores como John Barrymore, Lionel Barrymore o Wallace Beery casi aseguraba el éxito comercial de los estrenos en los que participaban. Pero la taquilla no es una ciencia exacta, nadie te asegura que ese casi desaparezca y se evite el riesgo de que la producción naufrague con casi todo a su favor. Actualmente, ya son muchos los casi y los títulos que reúnen planteles repletos de popularidad como baza comercial. Algunos se dieron un batacazo inesperado, otros arrasaron en la taquilla. En la década de 1970, hubo varios films con grandes repartos que fueron fiascos económicos y grandes éxitos comerciales, sobre todo me viene a la memoria uno de cada: Un puente lejano (A Bridge too Far, Richard Attenborough, 1977), que no resultó tan taquillera como prometía, aunque, personalmente, me parece una recreación bélica que alcanza una armonía estimable que no posee El día más largo (The Longest Day, Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, 1962), y el que quizá sea el titulo más popular del subgénero de catástrofes, El coloso en llamas (The Towering Inferno, John Guillermin, 1974), que, como la película de Goulding también se ambienta en un lujoso edificio; en este caso, un rascacielos donde se reparte la atención entre varias historias protagonizadas por un reparto encabezado por Paul Newman, Steve McQueen, Faye Dunaway, William Holden, Fred Astaire, Jennifer Jones... Cuatro años antes de que ardiese el coloso, Neil Simon y Arthur Hiller ubicaban las tres historias de Eso del matrimonio (Plaza Suite, 1971) en otro hotel, el Plaza de Nueva York. Era la primera de las tres películas de la serie “Suite”; siendo la más famosa del conjunto California Suite (Herbert Ross, 1978), comedia que reunió a Alan Alda, Michael Caine, Bill Cosby, Jane Fonda, Walter Matthau, Elene May, Richard Pryor y Maggie Smith, en el papel de una actriz inglesa que llega a Los Ángeles para asistir a la ceremonia de los Oscar en la que está nominada a la mejor actriz del año. Como curiosidad, la actriz británica ganó ese mismo premio en la realidad, en la categoría de actriz de reparto, por su papel en esta película producida por Ray Stark y dirigida por Herbert Ross. Este adaptaba a la pantalla otra obra teatral de Neil Simeón, que, como era habitual en él, se hizo cargo del guion. Por tercera vez, el popular comediógrafo trabajaba con Ross, prolongando así una relación profesional que aún depararía dos títulos más: Soy tu hija, ¿te acuerdas? (I Ought to Be in Pictures, 1982) y Hola, Mr. Dugan (Max Dugan Returns, 1983)
Durante las décadas de 1960 y 1970, Simon fue uno de los autores teatrales más exitosos de Broadway y sus obras eran objeto de deseo de los productores de Hollywood. La extraña pareja (The Odd Couple, Gene Saks, 1968) quizá sea la más conocida de sus adaptaciones al cine, pero fueron muchas otras y cualquiera de las piezas que escribiese parecían destinadas a convertirse en éxitos y en películas, desde Descalzos por el parque (Barefoot in the Park, Gene Saks, 1967) hasta La chica del ayer (The Goodbye Girl, Herbert Ross, 1977) y más. Rodada dos años después del estreno de la obra teatral, que se desarrolla en cuatro actos —uno para cada relación de pareja—, California Suite lo tenía casi todo para triunfar: un productor estrella, un director en racha, un guionista autor y un elenco de ensueño; y, lo que era mejor, casi no le faltaba nada para ser una buena película. ¿Lo fue? Tengo mis dudas, al respecto. No puedo calificar de bueno un film que, en realidad, son cuatro y que sus historias funcionan dispares, aunque todas ellas insisten en la convivencia y las relaciones de pareja (matrimonios o amigos) que asoman en el teatro y el cine de Simon. Las cuatro historias que componen el conjunto fueron filmadas por separado y solo se relacionan por el espacio donde se desarrollan. Cada una de ellas funciona como un todo que no precisa de las otras; tampoco contactan entre sí, salvo por el espejismo creado en la sala de montaje donde se intercalaron las imágenes para romper su aislamiento y su forma episódica. De ese modo, rompiendo la linealidad temporal de las historias, intercalando momentos, aunque sin establecer contactos entre los personajes de unas y otras, se genera la sensación de unidad que se agudiza gracias al escenario que comparten, un espacio que, como apunta el título, se ambienta en las suites del californiano Hotel Beverly Hills —en la obra teatral es la misma doble habitación para todas las parejas; de ahí el singular del título— y en otros lugares de Los Ángeles donde Ross y Simon proponen varias relaciones de pareja —entre visitantes que provienen de Londres, Nueva York, Chicago y Filadelfia— y situaciones en la que los diálogos resultan fundamentales, salvo en el slapstick que protagonizan Cosby y Pryor, así como las presencias de actores y actrices de la talla de Walter Matthau y Michael Caine o de Maggie Smith y Jane Fonda le dan un plus de al irregular conjunto creado en la sala de montaje…
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