sábado, 21 de septiembre de 2024

El columpio (1993)


El debut en la dirección de Álvaro Fernández Armero, El columpio (1993), recibió el premio Goya al mejor cortometraje del año; pero lo interesante no es el galardón sino la frescura con la que expone una situación que a más de uno y una habrá vivido en alguna ocasión. Se trata de una comedia de apenas nueve minutos de duración, que expone a dos personajes, chica (Ariadna Gil) y chico (Coque Malla), ante el deseo y el temor a exteriorizarlo. En la estación del metro, donde ambos aguardan el tren, mantienen las distancias, se observan de forma clandestina. El uno y la otra temen que se les descubra; ignoran que el deseo es mutuo. Callan, aunque su silencio habla. No intercambian palabras durante su dialéctica corporal y mental, pero cruzan pensamientos que nos lo dicen todo del momento compartido en la solitaria parada en el subsuelo madrileño. Allí, se miran disimulando, se piensan, se desean, se desnudan con la imaginación, pero dudan ser correspondidos. La cámara se fija en las expresiones que la una no ve en el otro, ni aquel en esta. No se atreven a dar el paso y cruzar de la fantasía a la realidad física que apenas les separa unos metros y unos segundos que podrían ser los últimos compartidos. Lo saben, como comprenden que el siguiente tren abrirá sus puertas para uno o una, tal vez para ambos juntos, como ella y él anhelan…


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