miércoles, 28 de agosto de 2024

La venganza de un actor (1963)

En 1935, Tainosuke Kinugasa adaptaba a la gran pantalla la novela de Otokichi Mikami y (casi) tres décadas después, otro gran cineasta japonés, Kon Ichikawa, realizaba una nueva versión. Entre ambas hubo otras adaptaciones, pero estas son las más famosas por varios motivos: sus directores y su actor principal. Tanto en la versión de Kinugasa como en la de Ichikawa el protagonista lo interpreta Kazuo Hasagawa. Esta coincidencia no lo es, si se conoce que la versión del director de El arpa birmana (Biruma no tategoto, 1956) nace como un homenaje a Hasagawa, que participaba en su película número trescientos. Como en la primera versión, la trama de La venganza de un actor (Yukinojô henge, 1963) gira alrededor de Yukinojo, un actor cuyo prestigio es el principal reclamo de la compañía de Kabuki que llega a Edo para expresar su arte escénico y él vengarse de los tres hombres que, arruinando a su familia, empujaron a su madre al suicidio y a su padre a la locura que le condujo a ahorcarse —imagen que el maestro evoca y recuerda a Yokinojô avanzado el metraje—. El inicio, que se desarrolla en el teatro, apunta la excelencia visual de Ichikawa, que logra hacer del escenario teatral, donde Yukinojô representa para su público al tiempo que su voz interior habla para el público de Ichikawa, un espacio cinematográfico donde se confunde la realidad fílmica con la teatralidad representada. Ichikawa combina en ese instante la mirada del actor, que fija sus objetivos —dos de sus enemigos y la hija de uno de ellos—, y la del público que observa su representación. El actor actúa doblemente: en el escenario y en la realidad en la que busca venganza, pero antes de alcanzarla, le aconsejan que aprenda todo sobre sus enemigos, tres hombres que rivalizan entre ellos, que se gane su confianza y así podrá cumplir su intención. Más o menos este es el argumento que Ichikawa asume para llevar a cabo un ejercicio cinematográfico complejo, en el que rompe espacios (representación y realidad) en un alarde de estilismo visual que le permite jugar con los fondos, con los colores y la iluminación, con los propios personajes, con el teatro, la importancia del kabuki* va más allá de la tapadera del andrógino protagonista, y con la mentira y la realidad fílmica entre las que el personaje principal vive atrapado (y atrapa al resto), desdoblado, en su búsqueda de venganza…

*<<El Kabuki es una forma de teatro tradicional del Japón que surgió en la época Edo, al principio del siglo XVII, y que era particularmente popular entre los habitantes de las ciudades. Originalmente, en las obras de teatro Kabuki actuaban hombres y mujeres, pero más tarde quedó limitado a los actores masculinos, una tradición que ha perdurado hasta hoy. Los actores masculinos especializados en papeles femeninos se llaman onnagata. Existen otros dos grandes tipos de papeles: el aragoto (estilo violento) y el wagoto (estilo suave).


Las obras de Kabuki tratan de acontecimientos históricos y conflictos morales en las relaciones amorosas. Los actores hablan con voz monótona y están acompañados por instrumentos tradicionales. La escena de Kabuki está equipa con varios dispositivos, como escenas giratorias y trampillas a través de las cuales los actores pueden aparecer y desaparecer. Otra característica de la escena de Kabuki es una pasarela (hanamichi) que se prolonga hasta donde se encuentra el público.


Las principales características del teatro de Kabuki son la música, la indumentaria, los dispositivos y accesorios escénicos, así como un repertorio específico, una lengua y unos estilos de actuación, tales como el mie, en el cual el actor mantiene una postura característica para establecer su personaje. El keshō, un maquillaje particular, también constituye un elemento de estilo fácilmente reconocible, incluso por los que no son expertos en esta forma de arte.


Después de 1868, cuando el Japón se abrió a la influencia occidental, los actores trataron de realzar la reputación del teatro Kabuki entre las clases altas y adaptar los estilos tradicionales al gusto moderno. Hoy, el Kabuki es la forma de teatro japonés más apreciada.>>

Fuente: Umemura Yutaka (https://ich.unesco.org/es/RL/el-teatro-kabuki-00163)



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