La primera película del dibujante, cómico y payaso Pierre Étaix en la dirección también fue su primera colaboración con el debutante Jean-Claude Carrière, quien sería su guionista habitual desde Rupture (1961) hasta su último largometraje como director. Con anterioridad, Étaix había formado parte del reparto de Pickpocket (Robert Bresson, 1959), pero no fue Bresson el cineasta que influyó en su cine. Las influencias del cómico se encuentran en el circo, en la mímica, en su colaboración con Jacques Tati, de quien fue ayudante en la magistral Mi tío (Mon Oncle, 1958), y seguro en el cine cómico mudo estadounidense, aquel en el que destacaban los Chaplin, Keaton, Laurel y Hardy… Como el de estos grandes de la pantalla, el cine de Étaix se basa en el gag visual; el suyo también en los sonidos, como corrobora este primer cortometraje que, por momentos, deslumbra por su inventiva, su humor y las formas con las que comunica más allá de la inexpresividad del rostro y de la imagen aparente; pues, en sus películas, aparte de la reacción que lleva a la risa, Étaix da cabida a la tristeza y la soledad, como las que siguen al abandono, y a un punto de ruptura con cotidianidad que escapa a la monotonía. De ahí, quizá, que su primer film, Rupture, ya indique en su título una de las intenciones de este cineasta que va por libre desde su primer paso en la dirección...
Étaix asume desde el principio una mirada entre surrealista y payasa para ofrecer una visión atípica, divertida, creativa que, aún hoy, dudo que haya sido valorada en una medida que corresponda a su arte cómico-cinematográfico, pues la suya, igual que la de Chaplin, Keaton, Tati,…, es una forma de comedia única y reconocible que obedece a la creatividad y sensibilidad de su autor. Rupture se abre en las calles de París, donde Étaix prácticamente corre por la acera y entre vehículos. Se trata de un inicio en movimiento que choca con la pausa física de las siguientes secuencias, las cuales se desarrollan en la habitación donde el personaje lee la carta enviada por la mujer de la foto, que le informa que rompe con él. Desde ese instante, de sorpresa, impotencia, desilusión, tristeza, Étaix intenta reaccionar ante el imprevisto que le hiere y rompe su cotidianidad. Quiere escribirle una respuesta, pero sin éxito y con un gran despliegue de humor que vela intencionadamente el mal trago por el que pasa el abandonado. Son pequeñas acciones que aumentan la desesperación del protagonista, quien, en su intención de escribir la carta, desvela una torpeza que recuerda a la que años después caracterizaría a Mister Bean, personaje que bien podría estar influenciado por la inventiva y el humor de este excepcional clown y gagman francés…
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