viernes, 19 de enero de 2024

Salida al amanecer (1950)

No era la primera ni sería la última vez que se desarrollaba en la pantalla el accidente de un submarino militar en tiempos de paz. Dos décadas antes, John Ford lo había hecho con un sumergible estadounidense en Tragedia submarina (Men without Women, 1930); y medio siglo después, Kathryn Bigelow mostraría otra situación extrema similar, inspirada en hechos reales, en K-19: El hacedor de viudas (K-19: The Widowmaker, 2002), en la que una tripulación de un submarino atómico ruso debe vérselas con un reactor nuclear que amenaza saltar por los aires. Como las nombradas, Salida al amanecer (Morning Departure, 1950) trata sobre una situación imprevista que obliga a la tripulación del Trojan, submarino de la Royal Navy, a vivir una situación límite. La guerra ha terminado, la paz la sustituye e implica cierta monotonía en la vida de Marina Real Británica, pero no por ello se dejan de realizar maniobras. El almirantazgo debe mantener la flota a punto y a la marinería y oficialidad entrenados. La rutina implica ejercicios de navegación, como el que llevará a cabo el Trojan, el submarino que se convierte en el principal espacio donde Roy Ward Baker desarrolla la historia.

El día amanece en el hogar de los Armstrong, allí el comandante Armstrong (John Mills) habla y se despide de su mujer (Helen Cherry). Por la tarde, volverán a verse, pues solo sale a realizar unas horas de práctica. Tras la presentación de este personaje, Roy Ward se dirige a otro hogar, donde vive el soldado Spire (Richard Attenborough), también casado, pero su relación no marcha como él quisiera. Ambos forman parte de la dotación del submarino que parte esa misma mañana con la misión de sumergirse durante un par de horas. Son prácticas en las cercanías de la costa, pero con la mala fortuna de chocar con una mina a la deriva. El artefacto estalla y la explosión destruye la proa e inunda la popa. El barco se hunde y sus doce tripulantes supervivientes comprenden que viven una situación límite, angustiosa, desesperada, de la cual quizá no logren salir. En todo caso, exige calma y cooperación, pero ¿cómo mantener la serenidad en una situación de semejante calibre? Ahí es donde asoma la figura de quien ostenta el mando, su posición de liderazgo exige que sea él quien asuma las decisiones; como apunta su primer oficial: en casos así, es más fácil cumplir órdenes que darlas, pues ordenar implica responsabilidades que el obedecer no exige. Roy Ward Baker, cuya excelente capacidad para entretener y contar historias sin hacerse notar se evidencia a lo largo de su filmografía, expone la situación con soltura, dramatismo y emoción, pero también apuntando a la casualidad, que es la coincidencia de que dos o más sucesos se produzcan en un mismo momento, lugar e individuo o grupo. Los doce supervivientes de Salida al amanecer viven las que podrían ser sus últimas horas, pero su oficial al mando es un hombre de recursos, pero sobre todo se muestra sereno. Asume su liderazgo y toma decisiones, una de ellas implica el sorteo de cuatro puestos para abandonar el buque con los últimos cuatro equipos de salvamento. Otros cuatro ya lo habían hecho con anterioridad, ahora quedan dos marineros y dos oficiales, que saben que su única salvación consiste en que les rescaten desde el exterior…



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