En 1980 se filmaron para United Artists Forajidos de leyenda (The Long Riders, Walter Hill, 1980) y La puerta del cielo (Heaven’s Gate, Michael Cimino, 1980), dos westerns que tuvieron suerte dispar: uno fue un descalabro comercial sonado, que arruinó a la distribuidora creada en la década de 1920 por Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, David Wark Griffith y Mary Pickford; y el otro resultó un éxito moderado. Actualmente, ambas son películas icónicas del western de la década de los ochenta, junto a El jinete pálido (The Pale Rider, Clint Eastwood, 1985) y Silverado (Lawrence Kasdan, 1985). Pero, a diferencia de estas últimas nombradas, La puerta del cielo y Forajidos de leyenda toman de la realidad histórica para hablar de la violencia como parte indisociable de la historia de una nación en construcción; todos los orígenes nacionales suelen ser de naturaleza violenta y sangrienta, igual que otros momentos de su devenir histórico. La primera, la de Cimino, intimista, pausada, con aspiración a transcender, sufrió numerosos cortes en su montaje que impidieron ver la magnífica epopeya que sin duda es. La segunda es directa como un puñetazo en el estómago, como suelen ser las películas de Hill, cuyo cine no se anda por las ramas ni con filosofías transcendentales. Influenciado por cineastas cercanos en el tiempo —Peckinpah, Ray o Fuller—, en Forajidos de leyenda realizaba su primer western “clásico”, es decir, que se inscribe en el género propiamente dicho, y, como en otros posteriores, tomaba de la realidad histórica y del folclore. Sus personajes del oeste son mitos populares tales como Gerónimo, Wild Bill o Frank y Jesse James, a quienes dieron vida los hermanos Stacy y James Keach, que también fueron coguionistas y productores ejecutivos del film —los Younger están interpretados por los hermanos David, Keith y Robert Carradine; los Miller por los Quaid, Dennis y Randy; los Ford, por Christopher y Nicholas Guest—. Forajidos de leyenda narra el enfrentamiento entre la banda de los James-Younger y los hombres de Pinkerton, implacables mercenarios de la Ley, que a veces resulta más criminal que sus persiguidos transgresores. La acción se inicia en <<Missouri, después de la guerra civil…>>, donde el grupo salvaje de Hill, formando por Jesse y Frank James, Bob, Cole y Jim Younger y Ciell y Ed Miller —a Ed lo expulsan de la banda al inicio, por emplear la violencia contra inocentes—, asaltan bancos, diligencias y trenes y mantienen relaciones íntimas que se ven imposibilitadas o dificultadas cuando se convierten en los forajidos más perseguidos del país.
La ausencia de historia antigua, de héroes clásicos, hace que los James y los Younger sean personajes históricos y de la cultura popular fomentada, en su origen, por publicaciones que ensalzan la figura del forajido o del representante de la ley. Son los medios escritos los que imprimen la leyenda que posteriormente el cine toma para sí, como sería el caso de los James a quien Henry King mitifica en Tierra de audaces (Jesse James, 1939). Puede parecer curioso que dos personajes que nada han aportado al desarrollo o a la destrucción de la humanidad protagonicen tantas películas, fantasías y ficciones, pero en realidad no lo es tanto si pensamos en esa necesidad universal de crear héroes que sustenten cada mitología nacional. Los héroes (y deidades) están en la literatura occidental desde sus orígenes homéricos; en la leyenda de Rómulo y Remo en la Antigua Roma; en El Cid castellano; en el Roland carolingio o el Sigfrido germano… Toda nación quiere héroes, toda nación nace de la violencia y de los intereses económicos (más que los ideológicos tras los que se enmascaran), que suelen ser los detonantes. En esto, Estados Unidos no es diferente. Además, dos de los pilares sobre los que se forma la idiosincrasia estadounidense son las armas y el capital; y ambos se encuentran en este western en el que Hill no mitifica a sus personajes, tampoco los desmitifica, pero sí simpatiza con ellos porque tienen coraje, que tanto gusta a su cine, y son fuera del orden y de lugar. Este tipo de personaje se convierte en protagonista de sus películas; así son los James, los Younger y los Miller, con raíces, pero obligados a ser errantes o a permanecer ocultos, a mantener relaciones intermitentes debido a su condición de forajidos, allá cuál asumen tras la guerra que marcó sus caminos, una guerra que encuentra sus causas en disputas económicas y políticas entre el norte industrial y el sur tradicional.
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