domingo, 8 de mayo de 2022

Esta noche o nunca (1931)


Tras su valiente y accidental aventura en la producción independiente, con títulos ya míticos como La frágil voluntad (Sadie Thompson, Raoul Walsh,  1927) o La reina Kelly (Queen Kelly, Erich von Stroheim, 1928), Gloria Swanson regresó a las producciones ajenas en Indiscreta (Indiscreet, Leo McCarey, 1931) y en esta comedia producida por Samuel Goldwyn. Dirigida por Mervyn LeRoy, Esta noche o nunca (Tonight or Never, 1931) también supuso el debut en el cine de Melvyn Douglas, que hacía de galán en una comedia elegante realizada para lucimiento de Gloria Swanson, a quien, contra la voluntad de la actriz, Goldwyn hizo vestir por la famosa diseñadora Coco Chanel. Pero ni los vestidos de Chanel ni la dirección de LeRoy, que considero mejor director de acción que de comedia —ese mismo año realizaba en Hampa dorada (Little Caesar, 1931) uno de los títulos clave en el cine de gánsteres—, logran que el conjunto estalle en la tensión y la atracción sexual que se le supone. Cierto que intervino la censura, y que LeRoy carecía de la picardía y del talento para la comedia de Lubitsch, aunque contase con un guion de Ernest Vajda, ni de aquella osadía del Cecil B. DeMille que había dirigido a Swanson en Macho y hembra (Male and Female, 1919) y en otras comedias elegantes que en su “lucha” de sexos daban un paso adelante en el género. Añadiéndole al conjunto la fotografía de Gregg Toland, el resultado es una película de espléndido acabado y de momentos intermitentes que precipitan que el film gane o pierda interés y simpatía por lo que cuenta: la necesidad y satisfacción sexual de Nora, una cantante de ópera que lleva tres años virginalmente prometida a un hombre a quien visiblemente ni ama ni le atrae, ni mantienen más relación que el rechazo que se apodera de ella cada vez que le mira y ve en él a alguien que no le despierta pasión ni el deseo que se desboca cuando se obsesiona por el desconocido que ronda su ventana. Por su parte, Jim, a quien la soprano toma por un gigoló, es un empresario estadounidense que se encuentra en Venecia —posteriormente, la acción se traslada a Budapest—buscando una cantante para su espectáculo. La confusión de identidad está servida y es una de las bazas empleadas por LeRoy para dar rienda suelta al enredo que sigue las pautas de anteriores comedias que también molestaron a la oficina de Hays, la guardiana de la moral cinematográfica que no tardaría en hacer oficial su famoso Código, más famoso que este film que sufrió la censura de varias escenas.




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