miércoles, 2 de diciembre de 2020

Carita de ángel (1933)


El agente de seguros de Perdición (Double Indemnity, Billy Wilder, 1944) observa la pulsera que luce en el tobillo de Phyllis Nirdlinger y, con el mismo deseo, recorre sus piernas, su tronco y su rostro. Walter Neff se deja tentar por la ambigüedad de la mujer que despierta en él la promesa de sexo y el desafío a la fatalidad, en el que ambos unen sus destinos. Lo saben y aún así siguen adelante. Él se deja seducir porque la desea y la necesita para escapar de la rutina de la que está cansado. Retrocedamos en el tiempo hasta 1933. Ahora ya no es el agente de seguros el que mira, ni se trata de cine negro. Hay un melodrama, sexo insinuado y siete hombres que lo buscan y sucumben a los encantos de una mujer que los utiliza para llegar desde la estación de su pueblo hasta el lujoso ático de un rascacielos neoyorquino. Ese es su triunfo, su ascenso social —que Alfred E. Green confirma insertando planos ascendentes de la fachada del edificio—, y lo ha alcanzado porque para ella el sexo era el medio, mientras que para los hombres era la finalidad. Lily Powers es más joven que Phyllis, y todavía no es una mujer fatal y, por lo tanto, su camino tendrá salida. Ambas son interpretadas por Barbara Stanwyck y ambas son personajes seductores; Lily podría verse cómo un paso evolutivo previo a la protagonista de Perdición, ya que es menos peligrosa y letal, aunque le hayan arrebatado la compasión y, al igual que Phyllis, sea consciente de su poder sobre los hombres. Lily no se presenta ante nosotros preparada para seducir, sino sufriendo la condena de la que solo podrá escapar empleando su cuerpo y su capacidad de seducción —
<<No te das cuenta de tu potencial>>, dice el hombre que le hace leer a Nietzsche, consciente de que ella puede conseguir cualquier cosa de los hombres


Los primeros minutos de Carita de ángel (Baby Face, 1933) exponen a Lily bajo el yugo patriarcal que la ha denigrado desde niña. Su presentación la muestra en el bar de su padre, un local donde los obreros de la fábrica vecina dejan su dinero, se emborrachan y disfrutan de la presencia de la joven. Su padre lo sabe, y la utiliza para atraer a la clientela o para arreglar sus chanchullos, como se comprueba cuando la deja a solas con el político local a quien ella quema la mano con café y posteriormente golpea con una botella, porque intenta abusar de ella. La protagonista de Carita de ángel sabe protegerse, pero necesita liberarse y eso ocurre cuando su padre muere en un incendio. Esta presentación también legitima su comportamiento posterior, así como le deja una puerta abierta a la redención, puerta que siempre permanece cerrada para la mujer fatal del film de Wilder. En realidad, ella no necesita redención, ya que su respuesta es la única que se le permite a una acción de abuso constante. Incluso cuando se libera y emplea su arsenal de engaños, miradas e insinuaciones, lo hace siendo fiel a cada amante del momento; por otra parte algo lógico para alguien que solo mira hacia arriba. Pero, a medida que sube, se agudiza la hipocresía que la rodea y de la que se aprovecha, hasta que conoce al hombre (George Brent) que podría ser distinto, puesto que es el único que aguanta el primer momento y no sucumbe ante ella, pero solo será cuestión de tiempo.


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