Leyendo el libro que el Festival Internacional de Cine Iberoamericano de Huelva dedicó al cineasta cubano Julio García Espinosa (1) descubrí esta reflexión del propio realizador. Me pareció al tiempo sencilla y esclarecedora, una reflexión sobre el impacto de Hollywood en el cine, en el nacimiento del cine de consumo de masas. El responsable de Las aventuras de Juan Quinquín (1967) dice que <<el cine de Hollywood, salvo honrosas excepciones, ha hecho que el arte de este siglo se convirtiera en la más atrasada de las artes, en la más sofisticada de las opciones populistas. Le ha dado más importancia al negocio que al arte, a la tecnología que al ser humano, al espectáculo que a la realidad, al mercado que al artista, a la fama que al talento. Ha hecho que se confundan las innovaciones tecnológicas con las innovaciones del lenguaje cinematográfico. Se ha apoderado de los mercados del mundo entero, ha impedido una competencia en condiciones de igualdad, ha uniformado gustos. Hoy no hay escándalos artísticos; los escándalos pertenecen más a la vida privada de los artistas que a las posibles transgresiones de sus obras. A principios de este siglo el escándalo era en el arte un verdadero riesgo; hoy, los medios pueden magnificar cualquier insignificancia. Hoy tienen más divulgación las opiniones de las estrellas y hasta las de las top models, que la que tenían antaño, los escritores y filósofos. Todo este auge de la mediocridad se debe a la manipulación que han hecho de la llamada industria del espectáculo>>.
Habrá quien este en desacuerdo; bienvenida sea la disensión, la disparidad de opinión y el diálogo para llegar a alguna parte que no sea la misma de siempre: ninguna. Pero es innegable que el cineasta cree en sus palabras y que estas nacen de su interpretación de la realidad cinematográfica de la época que conoce, una realidad que no deja de ser similar a la actual, si nos atenemos a las carteleras de las salas de los centros comerciales adonde se acude ya no a ver cine, se acude por inercia comercial. García Espinosa no lo deja ahí, aporta su reflexión, para que otro tipo de cine pueda competir con el producto cinematográfico de consumo mayoritario en igualdad de condiciones, al menos en mejores condiciones de las que suele gozar o sufrir. <<El futuro dependerá de la alternativa que seamos capaces de levantar frente a toda esta atmósfera cerrada. Unir fuerzas con todos los marginados, inclusive con los propios Estados Unidos, que es, en estos momentos, y paradójicamente, donde radica el talento más innovador. Abrirnos al mundo, pero efectivamente al mundo y no solo al cine de las transnacionales. Defender la verdadera libertad de los mercados y del comercio. Rescatar la diversidad y la autenticidad indispensables para el desarrollo de este arte que nació con vocación democrática>>.
Pero esto que apunto fácil en lo escrito, es harto complejo en el mundo real, donde existen, coexisten y se enfrentan numerosos factores e intereses —la mayoría los desconozco, otros los intuyo y algunos creo conocerlos—, obstáculos que salvar y demandas que cumplir... Sin olvidar que no todo el cine comercial, por el hecho de ser comercial, carezca de calidad —hay <<honrosas excepciones>>—, ni que el "periférico" y el independiente sean arte o posean mayor atractivo —hay decepciones—, a fuerza de realizarse fuera o en los márgenes de la industria; pues, finalmente, sospecho que la suma de talento, dinero —no hablo de las cifras astronómicas que maneja el cine hollywoodiense—, empeño, riesgo, personalidad, creatividad, tener algo que expresar... determinan y distinguen una buena película más allá de su origen... A su reflexión, el realizador de Son o no son (1977) añade que <<Solo agregaría que las nuevas generaciones no dejen de relacionarse con el cine como un arte industrial. Esto no les impedirá asumirlo como se asume la poesía. Inclusive como la entendía Baudelaire: "La poesía es el reencuentro con nuestra infancia". O nuestro nobel caribeño Derek Walcott: "La poesía es excavación de uno mismo". Pero no separar industria y arte, es un desafío que valdrá asumir>>.
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