domingo, 24 de abril de 2022

La vía láctea (1936)



El sonido trasformó la comedia cinematográfica, al introducir los diálogos orales que acercaban el humor cinematográfico al teatral. La irrupción de los chistes hablados supusieron el principio del film del slapstick, aunque más adelante hubiese directores como Frank Tashlin, Jerry Lewis o Blake Edwards que lo recuperaron y adaptaron a su época para dar forma a algunas de sus películas. Pero hasta entonces, atrás quedaban los gags físicos y se imponían la comedia musical, el magistral sinsentido de los hermanos Marx o el menos logrado de W. C. Fields y los enredos de la screwball comedy. Pocos años después, el slapstick en el que habían reinado Chaplin, Keaton o Harold Lloyd apenas eran un recuerdo que se observaba en aquellas inolvidables comedias protagonizadas por aquellos ilustres del mudo que, salvo la excepción de Chaplin, pasaron al sonoro dejando atrás parte de su personalidad artística. En un intento por no perder su lugar, el inolvidable cómico Harold Lloyd protagonizó una nueva versión de su exitosa El hombre mosca (Safety Last, 1923) o poniéndose a las órdenes de Leo McCarey en esta comedia cuyo ritmo y comicidad distan de los mejores films mudos protagonizados por el actor. La vía láctea (The Milky Way, 1936) fue un intento de posponer el principio del fin de la carrera del cómico, cuyo mítico y popular personaje, el chico, había dejado de existir, aunque el protagonista del film de McCarey conserve su ingenuidad, Sullivan carece de la máximas expresiones de Lloyd: la velocidad y agilidad naturales para superar cuantos obstáculos le salen al paso. No obstante, La vía láctea resulta una comedia que por momentos regresa al cine de golpe y porrazos, e incluso parece coger carrerilla y ofrecer un ritmo alegre y situaciones divertidas, pero carece del ingenio de aquel chico de gracia física que le definía mejor que el humor hablado, aunque esto no quita que McCarey bromee a gusto con los tejemanejes del boxeo, el juego sucio y la farsa, o ironice sobre dos básicos de la sociedad estadounidense: que todo puede ser “business” y que cualquiera puede alcanzar la cima. Una década después, Danny Kaye heredaría el personaje de Lloyd en el film de Norman Z. McLeod El asombró de Brooklyn (The Kid from Brooklyn, 1946).

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