<<Yo quiero ser decorador, pero aquí, no sé por qué, en una reunión que hubo, a todos los decoradores les gustaba lo de director artístico. Yo no lo puedo entender. La palabra en castellano es decorador, y además suena muy bien, yo no quiero ser director de nada... que cosa más tonta. La palabra que me gusta es decorador, si alguien me pregunta lo que soy respondo que decorador, decorador de cine y de teatro, y nada más>>.
(Fragmento extraído de la entrevista a Gil Parrondo publicada en Directores artísticos del cine español)
Para la mayoría del público, los decorados y las localizaciones pasan desapercibidos o se encuentra en un plano secundario. Y eso es lo que pretende un buen decorador, aunque consciente de que los escenarios son fundamentales y deben ser los precisos para ofrecer el mejor fondo posible a las historias y a los personajes que por ellos deambulan. Son muchos los nombres que han hecho posible los espacios que se observan en la pantalla. En ocasiones, interiores levantados en los estudios o localizados después de constantes búsquedas hasta dar con el idóneo y, en otras, exteriores que se encuentran tras deambular de aquí para allá, visitando lugares que encajen con los escenarios ideados de antemano. Cedric Gibbons, Alexandre Trauner, Hermann Warm, William Cameron Menzies, Albert S. D'Agostino, John Box o Sigfrido Burmann son algunos de los nombres clásicos que forman parte de la historia de ese grupo de artistas capaces de ofrecer el fondo que hace posible las películas, al cual también pertenece por derecho propio Gil Parrondo. Natural de Luarca (Asturias) a Manuel Gil Parrondo la Guerra Civil lo sorprendió en Madrid, donde cursaba estudios de Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando. En su tiempo libre, asistía al cine de forma asidua, encontrando en las películas la evasión entre el caos y la guerra. También fue el cine, el realizado en Hollywood, el que avivó su deseo de formar parte de la fábrica de sueños de celuloide. En 1939, concluida la contienda, dio el primer paso para vivir su sueño profesional, al entrar a trabajar en los Estudios de Aranjuez, como ayudante de dirección de Amalio Martínez Garí. <<Hice cuatro películas con él y allí conocí a Burmann, que estaba haciendo entonces Los cuatro Robinsones con Maroto, La Dolores con Florian Rey y La gitanilla con Fernando Delgado>> (Ibíd.). Burmann fue el primer maestro de Parrondo en una industria cinematográfica prácticamente inexistente. Sin embargo, varias productoras pretendían emular a los estudios hollywoodienses, entre ellas CIFESA, donde Sigfrido Burmann se convirtió en jefe de decoradores y el luarqués en su ayudante. Durante un periodo de doce años y cincuenta películas, entre ellas Los últimos de Filipinas (Antonio Román, 1945), El crimen de la calle de Bordadores (Edgar Neville, 1946), Barrio (Ladislao Vajda, 1947), Locura de amor (Juan de Orduña, 1948) o Agustina de Aragón (Juan de Orduña, 1951), el decorador asturiano colaboró y aprendió su oficio, para, posteriormente, dar un paso hacia adelante e iniciar su periplo al lado de Luis Pérez Espinosa, en una colaboración que concluyó en la década de 1960, con el fallecimiento de este. No sería descabellado afirmar que Parrondo vivió todos los momentos importantes del cine español de la posguerra a nuestros días, desde su debut en Los cuatro robinsones (Eduardo García Maroto, 1939) hasta la última película en la que participó, La piel fría (Xavier Gens, 2017), y que no llegó a ver estrenada.
Fueron siete décadas y media dedicadas a los decorados de cine y de teatro español, pero también habría que recordar su espléndida carrera internacional, trabajando en películas de Robert Rossen, Orson Welles, Stanley Kramer, Ray Harryhausen, Nicholas Ray, David Lean, Anthony Mann, Franklin J. Schaffner, George Cukor, Richard Lester o John Milius. <<Sabía inglés, era muy bueno en su trabajo, conocía cada rincón utilizable para rodar una película y sabía simular cualquier escenario posible. En su despacho todavía hay carpetas con rótulos como "castillos", "balnearios" o "conventos", repletas de fotografías de tales edificaciones, y una colección de libros que desmenuza cada paisaje y arquitectura local provincia a provincia. España no tuvo secretos para él>> (Gil Parrondo, el legado de una leyenda de cine. El País, 2-10-2017). Pero, para que su periplo internacional fuera posible, hubo de suceder un hecho concreto, que Samuel Broston se trasladara a España con la intención de obtener beneficios y de crear un imperio cinematográfico tan esplendoroso como los estudios hollywoodienses. Durante este suspiro, desde El capitán Jones (John Paul Jones; John Farrow, 1959) hasta Pampa salvaje (Savage Pampa; Hugo Fregonese, 1966), Broston produjo superproducciones históricas rodadas tanto en interiores como en exteriores españoles. Y ahí estaba Gil Parrondo, descubriendo localizaciones o colaborando en los diseños de los escenarios de 55 días en Pekín (55 Days in Pekin; Nicholas Ray, 1963) o de La caída del imperio romano (The Fall of the Roman Empire; Anthony Mann, 1964). <<Yo he trabajado en todas las películas de Bronston, desde la primera, desde John Paul Jones, hasta la última, incluso en algunas que no se hicieron. Afortunadamente porque fue para mí una gran experiencia y guardo un recuerdo glorioso de Bronston>> (Directores artísticos del cine español). Su participación en estas películas no siempre fue acreditada en la pantalla, aunque le dio la proyección internacional necesaria para que otros realizadores contasen con su presencia. Ganador de cuatro premios Goya, todos ellos por filmes de José Luis Garcí (con quien colaboró en mayor número de ocasiones), Parrondo fue el primer profesional español en ganar un Oscar de la Academia Cinematográfica de Hollywood. A su premio por Patton (Franklin J. Schaffner, 1970) le siguió un segundo por sus decorados en Nicolás y Alejandra (Nicholas and Alexandra; Franklin J. Schaffner, 1971), incluso volvería a ser candidato a la estatuilla dorada al año siguiente por Viajes con mi tía (Travels with My Aunt; George Cukor, 1972). Pero, aunque los premios alegran, lo importante para él fue que pudo dedicar su vida a los decorados y a las películas.
Premios y reconocimientos
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor dirección artística por Jeromín
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor dirección artística por El fantástico mundo del doctor Coppelius
Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo a los mejores decorados por El fantástico mundo del doctor Coppelius
Oscar a la mejor dirección de arte por Patton
Oscar a la mejor dirección de arte por Nicolás y Alejandra
Nominado al Oscar a la mejor dirección de arte por Viajes con mi tía
Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo a los mejores decorados por Don Quijote cabalga de nuevo
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1983
Goya al mejor dirección artística por Canción de Cuna
Premio Almería, Tierra de Cine en 1997
Nominado al Goya al mejor dirección artística por El abuelo
Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España en 1999
Goya a la mejor dirección artística por You're the One
Nominado al Goya a la mejor dirección artística por Historia de un beso
Ganador del Goya a la mejor dirección artística por Tiovivo c.1950
Ganador del Goya a la mejor dirección artística por Ninette
Nominado al Goya a la mejor dirección artística por Luz de domingo
Nominado al Goya a la mejor dirección artística por Sangre de mayo
Medalla de Oro de la Provincia de Almería en 2009
Premio Ricardo Franco 2014 en el Festival Internacional de Cine de Málaga
Bibliografía
Belinchón, Gregorio. Gil Parrondo, el legado de una leyenda de cine. El País, 2-10-2017 Gorostiza, Jorge. Directores artísticos del cine español. Cátedra/Filmoteca Española, Madrid, 1997
Matellano, Víctor. Decorados, Gil Parrondo. T&B Editores/Ayuntamiento de Talamanca de Jarama, Madrid, 2008
(Fragmento extraído de la entrevista a Gil Parrondo publicada en Directores artísticos del cine español)
Para la mayoría del público, los decorados y las localizaciones pasan desapercibidos o se encuentra en un plano secundario. Y eso es lo que pretende un buen decorador, aunque consciente de que los escenarios son fundamentales y deben ser los precisos para ofrecer el mejor fondo posible a las historias y a los personajes que por ellos deambulan. Son muchos los nombres que han hecho posible los espacios que se observan en la pantalla. En ocasiones, interiores levantados en los estudios o localizados después de constantes búsquedas hasta dar con el idóneo y, en otras, exteriores que se encuentran tras deambular de aquí para allá, visitando lugares que encajen con los escenarios ideados de antemano. Cedric Gibbons, Alexandre Trauner, Hermann Warm, William Cameron Menzies, Albert S. D'Agostino, John Box o Sigfrido Burmann son algunos de los nombres clásicos que forman parte de la historia de ese grupo de artistas capaces de ofrecer el fondo que hace posible las películas, al cual también pertenece por derecho propio Gil Parrondo. Natural de Luarca (Asturias) a Manuel Gil Parrondo la Guerra Civil lo sorprendió en Madrid, donde cursaba estudios de Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando. En su tiempo libre, asistía al cine de forma asidua, encontrando en las películas la evasión entre el caos y la guerra. También fue el cine, el realizado en Hollywood, el que avivó su deseo de formar parte de la fábrica de sueños de celuloide. En 1939, concluida la contienda, dio el primer paso para vivir su sueño profesional, al entrar a trabajar en los Estudios de Aranjuez, como ayudante de dirección de Amalio Martínez Garí. <<Hice cuatro películas con él y allí conocí a Burmann, que estaba haciendo entonces Los cuatro Robinsones con Maroto, La Dolores con Florian Rey y La gitanilla con Fernando Delgado>> (Ibíd.). Burmann fue el primer maestro de Parrondo en una industria cinematográfica prácticamente inexistente. Sin embargo, varias productoras pretendían emular a los estudios hollywoodienses, entre ellas CIFESA, donde Sigfrido Burmann se convirtió en jefe de decoradores y el luarqués en su ayudante. Durante un periodo de doce años y cincuenta películas, entre ellas Los últimos de Filipinas (Antonio Román, 1945), El crimen de la calle de Bordadores (Edgar Neville, 1946), Barrio (Ladislao Vajda, 1947), Locura de amor (Juan de Orduña, 1948) o Agustina de Aragón (Juan de Orduña, 1951), el decorador asturiano colaboró y aprendió su oficio, para, posteriormente, dar un paso hacia adelante e iniciar su periplo al lado de Luis Pérez Espinosa, en una colaboración que concluyó en la década de 1960, con el fallecimiento de este. No sería descabellado afirmar que Parrondo vivió todos los momentos importantes del cine español de la posguerra a nuestros días, desde su debut en Los cuatro robinsones (Eduardo García Maroto, 1939) hasta la última película en la que participó, La piel fría (Xavier Gens, 2017), y que no llegó a ver estrenada.
Fueron siete décadas y media dedicadas a los decorados de cine y de teatro español, pero también habría que recordar su espléndida carrera internacional, trabajando en películas de Robert Rossen, Orson Welles, Stanley Kramer, Ray Harryhausen, Nicholas Ray, David Lean, Anthony Mann, Franklin J. Schaffner, George Cukor, Richard Lester o John Milius. <<Sabía inglés, era muy bueno en su trabajo, conocía cada rincón utilizable para rodar una película y sabía simular cualquier escenario posible. En su despacho todavía hay carpetas con rótulos como "castillos", "balnearios" o "conventos", repletas de fotografías de tales edificaciones, y una colección de libros que desmenuza cada paisaje y arquitectura local provincia a provincia. España no tuvo secretos para él>> (Gil Parrondo, el legado de una leyenda de cine. El País, 2-10-2017). Pero, para que su periplo internacional fuera posible, hubo de suceder un hecho concreto, que Samuel Broston se trasladara a España con la intención de obtener beneficios y de crear un imperio cinematográfico tan esplendoroso como los estudios hollywoodienses. Durante este suspiro, desde El capitán Jones (John Paul Jones; John Farrow, 1959) hasta Pampa salvaje (Savage Pampa; Hugo Fregonese, 1966), Broston produjo superproducciones históricas rodadas tanto en interiores como en exteriores españoles. Y ahí estaba Gil Parrondo, descubriendo localizaciones o colaborando en los diseños de los escenarios de 55 días en Pekín (55 Days in Pekin; Nicholas Ray, 1963) o de La caída del imperio romano (The Fall of the Roman Empire; Anthony Mann, 1964). <<Yo he trabajado en todas las películas de Bronston, desde la primera, desde John Paul Jones, hasta la última, incluso en algunas que no se hicieron. Afortunadamente porque fue para mí una gran experiencia y guardo un recuerdo glorioso de Bronston>> (Directores artísticos del cine español). Su participación en estas películas no siempre fue acreditada en la pantalla, aunque le dio la proyección internacional necesaria para que otros realizadores contasen con su presencia. Ganador de cuatro premios Goya, todos ellos por filmes de José Luis Garcí (con quien colaboró en mayor número de ocasiones), Parrondo fue el primer profesional español en ganar un Oscar de la Academia Cinematográfica de Hollywood. A su premio por Patton (Franklin J. Schaffner, 1970) le siguió un segundo por sus decorados en Nicolás y Alejandra (Nicholas and Alexandra; Franklin J. Schaffner, 1971), incluso volvería a ser candidato a la estatuilla dorada al año siguiente por Viajes con mi tía (Travels with My Aunt; George Cukor, 1972). Pero, aunque los premios alegran, lo importante para él fue que pudo dedicar su vida a los decorados y a las películas.
Premios y reconocimientos
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor dirección artística por Jeromín
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor dirección artística por El fantástico mundo del doctor Coppelius
Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo a los mejores decorados por El fantástico mundo del doctor Coppelius
Oscar a la mejor dirección de arte por Patton
Oscar a la mejor dirección de arte por Nicolás y Alejandra
Nominado al Oscar a la mejor dirección de arte por Viajes con mi tía
Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo a los mejores decorados por Don Quijote cabalga de nuevo
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1983
Goya al mejor dirección artística por Canción de Cuna
Premio Almería, Tierra de Cine en 1997
Nominado al Goya al mejor dirección artística por El abuelo
Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España en 1999
Goya a la mejor dirección artística por You're the One
Nominado al Goya a la mejor dirección artística por Historia de un beso
Ganador del Goya a la mejor dirección artística por Tiovivo c.1950
Ganador del Goya a la mejor dirección artística por Ninette
Nominado al Goya a la mejor dirección artística por Luz de domingo
Nominado al Goya a la mejor dirección artística por Sangre de mayo
Medalla de Oro de la Provincia de Almería en 2009
Premio Ricardo Franco 2014 en el Festival Internacional de Cine de Málaga
Bibliografía
Belinchón, Gregorio. Gil Parrondo, el legado de una leyenda de cine. El País, 2-10-2017 Gorostiza, Jorge. Directores artísticos del cine español. Cátedra/Filmoteca Española, Madrid, 1997
Matellano, Víctor. Decorados, Gil Parrondo. T&B Editores/Ayuntamiento de Talamanca de Jarama, Madrid, 2008
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