Una de ellas se produce en la mansión donde Stan y Ollie han conseguido trabajo gracias a hacerse pasar por marido y mujer, requisito exigido por los dueños de la casa. Allí atienden a los comensales, Oliver vestido de mayordomo y Stanley de doncella, aunque no tarda en despojarse del uniforme y servir la ensalada en paños menores porque su patrón le ha dicho que la sirva sin nada. Así es el bueno de Stanley, un hombrecillo pausado cuya peculiar interpretación de la realidad lo diferencia de cualquier otro habitante del planeta. Otro momento que delata la inocencia quijotesca del dúo se desarrolla durante el primer y segundo día de su estancia en Oxford, a donde llegan después de desbaratar (de forma involuntaria) el robo de un banco. Ambos son becados para cursar estudios en un colegio elitista donde los futuros "gentlemen" no encuentran mejor entretenimiento que burlarse de ellos, ya sea en el laberinto donde les obligan a pasar la noche o, de nuevo bajo engaño, en la habitación del decano (Wilfred Lucas) donde, ajenos a la realidad, la pareja disfruta de las comodidades que creen suyas. Pero Estudiantes en Oxford también se decanta por el intercambio de personalidades de los componentes de un dúo que, a pesar de las diferencias, se necesitan, como evidencia la sumisión que Ollie acepta cuando se convierte en el mayordomo de Lord Paddington, porque este no es otro que su eterno compañero, que, a raíz del golpe que recibe en la cabeza, recupera sus recuerdos del pasado (mientras pierde los recientes) y recobra el carácter vanidoso de su juventud, anterior a su encuentro con Oliver. La nueva personalidad provoca la "stanificación" de Hardy y la "ollificación" de Laurel, que se transforma en un aristócrata engreído que se divierte a costa del amigo a quien no reconoce y a quien minusvalora una y otra vez, lo cual no deja de ser irónico, pues Ollie sufre un trato similar al que Stanley lleva tiempo acostumbrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario