El 007 de Sean Connery era al tiempo la fantasía del imperialismo británico perdido y la caricatura del agente secreto que acabó por transformarse en la burla de sí mismo avanzada la saga, sobre todo cuando Roger Moore asumió el testigo y confirió al personaje un tono autoparódico. El actor, que venía de protagonizar la exitosa serie El santo, confirió mayor irrealidad e ironía forzada. Con frecuencia se escucha o se observa al personaje parodiando o exagerando los rasgos que definen su personalidad, la de un agente que tocó fondo en Moonraker (Lewis Gilbert, 1979), posiblemente la peor película de una saga que parecía ir a la deriva a la conclusión de La espía que me amó (The Spy Who Loved Me, Lewis Gilbert, 1977). Al final de este film, se anuncia que James Bond regresará en Solo para tu ojos (For Your Eyes Only, 1981), sin embargo el agente regresó en la ya referida Moonraker, cuyas ideas o falta de ellas le lleva al plagiarse a sí misma, algo que tampoco sería novedad, copiando parte del argumento de su predecesora —megalómano desea destruir el mundo y crear uno nuevo a su imagen— y trasladando la acción del fondo marino al espacio, por entonces un espacio exitoso debido a La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977), más que a la exploración científica. Ahí, en Moonraker se rozó el ridículo. Había que abandonar la parodia y retomar la senda del héroe con licencia para matar, misión que le correspondió dirigir a John Glen, quien era un asiduo de la saga. Antes de acceder a la dirección de la totalidad de los títulos de la saga 007 rodados en la década de 1980, Glen había trabajado como editor y ayudante de dirección en 007 Al servicio secreto de su majestad (Peter Hunt, 1969), La espía que me amó y Moonraker, lo cual le confería el perfil idóneo para asumir las riendas de la franquicia, ya que poseía el conocimiento suficiente para tomar el relevo de directores como Terence Young, Guy Hamilton o Lewis Gilbert, hasta ese momento los realizadores que habían repetido en la franquicia del famoso agente ideado por Ian Fleming. Incluidas Solo para sus ojos y Licencia para matar, Glen rodaría cinco títulos, lo que le convierte en el director que más películas de 007 ha realizado hasta la fecha, y quizá sean esas dos películas, las que abren y cierran su etapa en la saga, sus dos mejores aportaciones al universo Bond, aunque las películas que la componen funcionen de manera independiente, ya que entre ellas apenas existe más nexo que el personaje principal, sus colegas y su trabajo para el secreto británico. Para corroborar el cambio, Solo para sus ojos se inicia devolviendo al presente a un viejo conocido del pasado. Blofeld intenta vengarse de Bond, pero sin el éxito esperado, pues en vez de rematar a su enemigo, una vez más se regodea y permite que el héroe con licencia para matar use su licencia sin miramientos ni remordimientos. Así de contundente, el villano y su minino desaparecen de las aventuras del agente, lo que suponen un fin de ciclo y un comienzo tras los títulos de créditoque dan paso a la nueva misión: recuperar la tecnología hundida con el barco espía británico que se va a pique al inicio, antes de que se produzca el encuentro del héroe y la vengativa heroína interpretada por Carole Bouquet.
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