Un espíritu burlón (1945)
Las primeras realizaciones de David Lean estuvieron ligadas al dramaturgo Noël Coward, autor de las obras de teatro en las que se basan tres de sus cuatro colaboraciones, en las que Coward también ejerció de productor, así como codirigió y protagonizó Sangre, sudor y lágrimas, la primera película de una asociación en la que también participaron Anthony Havelock-Allan y Ronald Neame, con quienes poco después el responsable de Lawrence de Arabia fundaría la productora independiente Cineguild, en la que realizó entre otras Breve encuentro, también basada en una obra de Coward, y las dickensianas Cadenas rotas y Oliver Twist. Este cuarteto se encargó de adaptar la exitosa pieza teatral que dio pie a Un espíritu burlón (Blithe Spirit, 1945), la primera de las dos comedias dirigidas por Lean, más conocido por sus dramas intimistas o por sus grandes superproducciones. Sin embargo, y al igual que El déspota, Un espíritu burlón destaca por su tono irónico, pero también por su elegante puesta en escena, centrada en el triángulo amoroso formado por Charles Condomine (Rex Harrison), Ruth Condomine (Constance Cummings) y un fantasma que resulta ser la difunta esposa del primero. La materialización del espectro de Elvira (Kay Hammond), que regresa del más allá para recuperar a su escéptico marido, en ese feliz momento casado con Ruth, provoca los celos y el malestar de esta última, aunque no de Charles, a quien, en un primer momento, se le observa satisfecho de tener a las dos mujeres entre las paredes que delimitan su hogar (prácticamente el único escenario del film). No obstante, ni Ruth ni Elvira muestran la menor intención de compartirlo, como corroboran las palabras de la primera y los planes un tanto mortales por parte de la segunda, que en su presente espectral pretende asesinar a su marido para poder disfrutar de él durante toda la eternidad. Ante tal circunstancia, Charles cambia de opinión al respecto de compartir su existencia con dos amores que le traen de cabeza, de modo que decide devolver al limbo a su primera esposa y para ello solicita la intervención de Madame Arcati (Margaret Rutherford), el personaje más delirante del film, pero sin éxito ya que un accidente le convierte en viudo por segunda vez y en pareja de dos problemáticas difuntas. A pesar de su aparente tono fantástico, este solo funciona como escusa para poner en marcha las situaciones cómicas de un film que Lean asumió después de que Coward lo convenciese de que podría hacer una brillante adaptación de su obra —que guarda un parecido razonable con Un marido de ida y vuelta, la pieza teatral que Jardiel Poncela envió al prestigioso autor británico para que le diese su opinión—, sin embargo, Un espíritu burlón no se encuentra entre lo mejor de un cineasta que parecía sentirse más cómodo dentro del terreno dramático o en producciones que le permitiesen rodar en exteriores, como fueron los casos de los largometrajes que filmaría a partir de 1957, sin duda sus películas más conocidas entre el público.
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