Este personaje, que fue evolucionando a lo largo de las películas del Lewis actor, director, guionista y productor, se presenta en una habitación donde se reúne el sexteto que observa su torpeza (tira los hielos y los vasos que lleva sobre la bandeja o se cae por primera vez al vacío) al tiempo que evalúa su inocencia, su timidez, su supuesta maleabilidad y su confianza en los presentes. En ese instante el botones se convierte en la marioneta (the patsy) de un grupo dispuesto a todo con tal de preservar el modo de vida que sus componentes han llevado hasta la inesperada muerte de su último cliente, una estrella del espectáculo a la que pretenden sustituir por ese don nadie a quien primero cambian la imagen física y posteriormente lo intentan con su personalidad, lo que permite una serie de gags creativos e ingeniosos como aquel que se desarrolla hacia el final del film, cuando Stanley Belt se enfrenta en directo a la audiencia de El show de Ed Sullivan e inesperadamente triunfa al improvisar un espléndido número mudo que nada tiene que ver con el "adiestramiento" que nunca llega a asimilar, porque, por mucho que se esfuerce, no puede hacer suyo algo que no ha fluido de su interioridad.
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