martes, 23 de julio de 2013

Boetticher, mito del western y de la serie B


Partiendo del hecho de que, al igual que sucede en otros ámbitos, el séptimo arte no es de los cineastas, sino de aquellos que ponen el dinero, y que a menudo relegan a un segundo plano los aspectos artísticos, primando la comercialidad por encima de la calidad, podemos encontrar casos como el de 
Boetticher, un director que tuvo que abandonar la dirección ante la constante falta de financiación para llevar a cabo sus proyectos posteriores al ciclo que le dio fama. Uno de esos argumentos que barajó (y que escribió) fue Dos mulas y una mujer (Two Mules for Sister Sarah), dirigida por Don Siegel en 1969; película que no gustó a Boetticher ya que él la había ideado desde una perspectiva muy distinta a la ofrecida por Siegel, que prefirió enfocarla desde la moda del spaghetti-western. Por desgracia el fin de la carrera de Oscar Boetticher, Jr. se produjo de manera prematura, circunstancia que se ha repetido en otras ocasiones, ya fuese debido al supuesto riesgo que conllevaría las edades de los realizadores, a la irrupción en el ámbito cinematográfico de ejecutivos que poco o nada sabrían de cine o a las modas pasajeras de los tiempos que corrían; de ese modo se negó la posibilidad de que excelentes cineastas volviesen a ponerse detrás de las cámaras, algo que seguramente nos ha privado de alguna que otra obra maestra. Pero dejando a un lado esta lamentable realidad financiera y el final artístico del genial realizador de El asesino anda suelto (The Killer Is Loose), a quien a menudo no se ha valorado en su justa medida, retrocedemos en el tiempo hasta la década de 1930, cuando sin saber qué le depararía el futuro, Oscar Boetticher viaja a México donde descubre una de sus grandes pasiones, la tauromaquia. Gracias a los conocimientos adquiridos sobre la arena es contratado como asesor taurino en Sangre y arena (Blood and Sand, 1941), film dirigido por Rouben Mamoulian que adapta la novela homónima de Blasco Ibáñez. Tras este primer contacto con el mundo del cine el futuro realizador trabaja como ayudante de dirección de George Stevens en El amor llamó dos veces (The More the Merrier, 1943) o de Charles Vidor en el western Los desesperados (The Desperados, 1943). Posteriormente entra en la productora independiente Monogram, donde realiza su primera incursión en la serie B. De esta primera etapa se encuentran títulos como: One Mysterious Night (1944), Sentenciado a muerte (Assigned to Danger, 1949) o The Wolf Hunters (1949), su primer western. Pero no es hasta 1951 cuando Boetticher firma sus películas como Budd, el primer título en el que aparece como tal fue The Bullfighter and the Lady, uno de sus films ambientados en el mundo del toreo, producida por John Wayne, y montada por John Ford. Tiempo después, el famoso actor le produciría Tras la pista de los asesinos (Seven Men from Now), que inaugura el prestigioso ciclo de westerns con Randolph Scott como protagonista.


Algunos años antes de embarcarse en el ciclo Ranown, Boetticher trabajó en la Universal, estudio para el que realizó nueve producciones, seis de las cuales son westerns. Durante este periodo se alejó de la serie B al realizar producciones medias entre las que destacan The Cimarron Kid, Horizontes del Oeste (Horizons West), Traición en Fort King (Seminola)El desertor del Álamo (The Man from the Alamo) (1953), película que llamó la atención de la crítica, y en la que ya aparece un esbozo del antihéroe interpretado por Scott poco después. Las películas en las que dirigió a Randolph Scott pasan por ser sus trabajos más reputados; el denominado ciclo Ranown recibe su nombre de la asociación entre el actor y su socio, el productor Harry Joe Brown, sin embargo, no todos estos maravillosos y sencillos westerns fueron producidos por el sello Ranown; además la denominación desmerece de alguna manera a Boetticher, responsable de esta serie de films que debería conocerse como Boetticher-Scott, Boettran o Rancher. Todas ellas se encuadran dentro de la serie B, de escaso presupuesto y apenas dos semanas de rodaje, pero también le permitieron una libertad creativa de la que no gozó durante su periplo en la UniversalSeven Men from Now inicia el ciclo de siete películas que en su mayoría presenta a un individuo solitario y desencantado, marcado por su deseo de vengar la muerte de un ser querido. Entre 1956 y 1960 rueda Tras la pista de los asesinosBuchanan cabalga de nuevo (Buchanan Rides Alone), Cabalgar en solitario (Ride Lonesome), Los cautivos (The Tall T), Cita en Sundown (Decision at Sundown)Estación comanche (Comanche Station) y Nacida en el oeste (Westbound), la más atípica dentro de un conjunto que combina fluidez, sencillez y una sequedad que en la mayoría de los casos se desarrolla en paisajes rocosos que semejan padecer la misma soledad que habita en el antihéroe. La figura del cowboy solitario interpretado por Scott, y su desencanto vital son un claro antecedente de lo que sería el western crepuscular de los sesenta. Pero Boetticher no solo destacó por sus películas del oeste, en su haber cuenta con dos excelentes ejemplos de cine negro, El asesino anda suelto (The Killer Is Loose), 1956) y La ley del hampa (The Rise and Fall of Legs Diamond, 1960), las aventuras Al este de Sumatra (East of Sumatra, 1953) y La ciudad bajo el agua (The City Beneath the Sea, 1953), o películas en las que regresó a una de sus aficiones favoritas: Santos, el magnífico (The Magniicent Matador, 1955) o Arruza, el documental que le llevó diez años dirigir y que se convirtió en la obsesión que marcó el fin de su carrera, que concluiría en 1985 con otro documental, My Kingdom For...



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