Antes
de ejercer como guionista o director, Richard Brooks trabajó como reportero y periodista, así pues, el mundo que retrató en El cuarto poder
(Deadline U.S.A.) no le era del todo desconocido. Sin florituras y con la seguridad de saber qué se traía entre manos, Brooks expuso los entresijos de un periódico a punto de ser absorbido por un medio más poderoso, dentro del cual la tradición periodística defendida por el director de aquél, Ed Hutchenson (Humphrey Bogart), no tendría cabida. La noticia de la venta pesa como una losa en los trabajadores, conscientes de que el cambio de dueño traerá consigo el despido y un futuro incierto, también para Ed, decepcionado ante el fin de una época, pero capaz de volcarse en un último ejercicio periodístico, veraz y comprometido, con el que pretende informar a sus lectores de un asesinato, tras el que se esconde un caso de corrupción que alcanza a altos cargos locales. La viuda del antiguo dueño (Ethel Barrymore) y las hijas de ésta, máximas accionistas del diario, han decidido ponerlo en
venta a pesar de las reticencias de Hutchenson, consciente en todo momento de que el traspaso del periódico implica la muerte del periodismo que defiende la noticia como pilar fundamental de su existencia. A lo largo del film se combinan tres ejes narrativos: las circunstancias que rodean la venta del medio, la
intriga que surge a raíz de la aparición del cadáver de una joven anónima y la frustrada relación que mantienen Ed y Nora (Kim Hunter), separados como consecuencia de la absorbente dedicación laboral del periodista. Brooks desarrolló la historia desde una perspectiva realista, con toques de cine negro, que no esconde su simpatía por la libertad de prensa y por el compromiso de ésta con el lector, pues. supuestamente, el principio y fin del periodismo sería
el de informar desde la rigurosidad, la sinceridad y la neutralidad. Sin embargo,
los tiempos cambian y las circunstancias que rodean al diario también; y es esa nueva realidad la que crea la decepción de Hutchenson, defensor a ultranza de un periodismo basado en la noticia en
sí misma, ajena a los ingresos económicos generados por la publicidad o por las nuevas tendencias que asoman
en las páginas de diarios más boyantes (horóscopos, pasatiempos, noticias sensacionalistas o ecos de
sociedad). Ed vive por y para ejercer su profesión, hecho que ha provocado su fracaso personal, sin embargo, en ese momento presente, la amargura que siente le lleva a buscar consuelo en Nora, siempre supeditada a
las necesidades profesionales a las que su marido (o ex-marido) se entrega en
cuerpo y alma. El cuarto poder precede en el tiempo a la excelente Mientras Nueva York duerme (While the City Sleeps), con la que guarda aspectos comunes a la hora de mostrar el funcionamiento de un periódico, aunque en este caso no hay un psicópata como sí ocurre en el film de Fritz Lang, sino un crimen que oculta la corrupción que Hutchenson pretende sacar a la luz como parte de su testamento profesional, pues no se le escapa que su mundo, el del periodismo auténtico, podría morir en un par de días.
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