El tiempo pasa y marca distancias entre puntos temporales, lo que puede provocar que cambiemos de opinión respecto a una idea, un gusto o a mismamente una película que en su día se valoró de un modo diferente a la siguiente vez que volvió a verse. Muchos films valorados en su presente acaban siendo reinterpretados más adelante, cuando vuelven a verse, o futuras generaciones que los descubran vean en ellos algo que pasó desapercibido para el pasado. Puede que esto último suceda con el cine de Quentin Tarantino, que alguien en el futuro diga que ha envejecido bien o mal. Sin embargo, hoy, todavía es su presente y sus películas tienen un amplio sector del público que las encuentra divertidas y las valora situándolas en lo más alto. Lo cierto es que no soy de esos, pero no le puedo negar que tiene un estilo propio y reconocible, basado en su cultura cinematográfica, en sus gustos musicales, en su sentido del humor y su manera de entender el cine como un medio para entretener contando cuentos cinematográficos. Django desencadenado (Django Unchained, 2012) no hace más que confirmarlo. Es otro de sus intentos de marcar su impronta, en esta ocasión a través de su particular perspectiva del spaguetti-western, aunque bien mirado podría decirse que se trata de un homenaje a sí mismo, a su cine y a los personajes que lo habitan, individuos como el doctor Schultz (Christoph Waltz), cuya verborrea y grandilocuencia le alejan de los hombres parcos en palabras que deambulan por los más representativos, sucios y violentos westerns europeos, o como Stephen (Samuel L.Jackson), un esclavo más esclavista que los propios amos. Esas características reconocibles: comedia, violencia o diálogos aparentemente triviales, la reunión de los atracadores en Reservoir dogs o las conversaciones que mantienen los personajes de Pulp Fiction son buena prueba de ello, hacen de Tarantino un autor con personalidad propia, con defectos y virtudes, las mismas que se pueden encontrar en Django desencadenado. La apertura del film se produce con la presentación del médico teutón que libera a Django (Jamie Foxx), descubriéndose como un individuo de palabra fácil, refinado y con un sentido del humor un tanto peculiar, pero también se muestra como alguien que no duda en apretar el gatillo sin que esto le cree el menor conflicto emocional, ya que la violencia y la sangre forman parte de su auténtico oficio. En realidad, este dentista alemán, que no realiza empastes ni ortodoncias, se dedica a dar caza a fueras de la ley reclamados por la justicia; por ese motivo, negocios, necesita al esclavo, el único que puede identificar a los tres hermanos que persigue con la intención de cobrar la recompensa. La primera parte de Django desencadenado expone el encuentro entre dos hombres aparentemente fuera de contexto: un médico alemán reconvertido en pistolero de fortuna por suelo norteamericano y un esclavo que alcanza la libertad dos años antes de que la esclavitud sea abolida. La extraña pareja inicia su acercamiento personal durante un periplo en el cual se produce el aprendizaje del liberto, que asume su nueva condición aceptando su asociación con el cazador de forajidos, porque esta le permite dar rienda suelta a su venganza contra la opresión que ha sufrido por parte del hombre blanco. Entre diálogos y trabajos de aniquilación amparados por la justicia florece la amistad entre maestro y aprendiz, la cual se confirma como un lazo inquebrantable cuando alcanzan el estado de Mississipi, donde la esclavitud se encuentra arraigada tanto en amos como en esclavos. A lo largo del film, la imagen de Brunilda (Kerry Washington), la esposa de Django, se convierte en la fuerza existencial de aquel, y su razón para que acepte la mascarada ideada por su compañero, cuya sutileza prefiere el engaño que la fuerza bruta a la hora de liberar a la joven esclava de las garras de Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). Durante esta segunda parte del film se produce un tenso enfrentamiento entre la verborrea del dentista y la confianza desmedida de un esclavista a quien se descubre, desde su posición privilegiada, convencido de que es un rey en su reino. Pero mientras los embaucadores intentan materializar sus planes se produce una serie de circunstancias que alteran el pensamiento del doctor, que ante la actitud de Candle asume su toma de conciencia ante la realidad que descubre, la misma que acaba desencadenando la furia sanguinaria de Django, personaje que cobra mayor peso en esta parte final de explosiva violencia visual.
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