El enfrentamiento entre civilización y naturaleza, el rechazo de los indios nativos al invasor que construye un asentamiento en sus tierras, amenazando de ese modo sus costumbres y sus necesidades vitales, la infidelidad y el distanciamiento emocional dentro de un matrimonio roto o el comportamiento opuesto en los oficiales que asoman en la pantalla, son varios de los temas que se exponen a lo largo de Desierto salvaje (The Last Frontier, 1955), uno de los western menos conocidos y valorados de Anthony Mann. La presentación de Jed Cooper, personaje interpretado desde las limitaciones dramáticas de Victor Mature, se produce en un medio natural donde durante años ha convivido en paz con la tribu india que en ese momento inicial muestra su rechazo ante el imparable avance del hombre blanco. Jed, Mungo (Pat Hogan) y Gus (James Whitmore), una especie de conciencia para Cooper cuando este sufre el choque ideológico entre su naturaleza "salvaje" y su deseo por alcanzar un supuesto grado de civilización, son cazadores que se rigen según las normas que dicta el entorno natural por donde se mueven, pero la aparición de los soldados marca un punto de inflexión en esa existencia más cercana a las costumbres indias que a la de los hombres que hayan en el fuerte, cuando se presentan allí para exigir que se les reponga las pertenencias que los indios les han arrebatado. Al llegar al asentamiento militar, Cooper se deja impresionar por la figura del capitán Riordan (Guy Madison), y decide convertirse en explorador, aunque se le niega la posibilidad de lucir el uniforme azul que se convierte en una de sus fijaciones. Resulta difícil comprender por qué un hombre que ha habitado y sobrevivido alejado de la sociedad decide de pronto pertenecer a esta, podría ser debido a la solemnidad y caballerosidad que descubre en Riordan o a la belleza que pronto observa en la señora Marston (Anne Bancroft), aunque estas se verían contrarrestadas por el comportamiento desequilibrado del coronel Marston (Robert Preston), resentido, racista y obsesionado por lograr una victoria que le encumbre aún a riesgo de poner en peligro la vida de todos sus hombres. Además de la lucha que nace a partir del primer encuentro entre explorador y coronel, el film desarrolla la atracción-rechazo que surge entre Cooper y Corinna Marston, personaje algo desaprovechado que forma parte del deseo del cazador, pues en ella descubre un paso más hacia su meta por alcanzar el grado de civilización que anhela; no obstante, Corinna se encuentra en un nivel social que le aleja del supuesto salvaje, y solo cuando parece buscar la muerte de un esposo a quien nada le une se entrega al hombre que se debate entre aquello que conoce y lo que quiere conocer. Desierto salvaje no posee los grandes escenarios naturales por donde transitan los personajes de Tierras lejanas u Horizontes lejanos, tampoco puede decirse que sea un film de itinerario como estos o como Winchester 73, donde el terreno forma parte sustancial de cuanto se observa. En todo caso, el espacio abierto es el escenario donde se desvelan las sensaciones y frustraciones que impulsan a los personajes, que no llegan a desarrollarse emocional ni psicológicamente. Quizá, unido a las carencias interpretativas de Mature, este sea el punto donde más flojea un largometraje que, siendo bueno, pudo haber sido mejor.
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