Tambores lejanos (1951)
El ritmo que Raoul Walsh imprimió a Tambores lejanos (Distant Drums, 1951) se muestra muy distinto al que utilizó en Objetivo Brimania (Objetive Burma!, 1945), una película que podría considerarse como un referente de este western de aventuras en el que la selva birmana se sustituye por la de Florida, cien años antes de la acción desarrollada en el clásico bélico. El color y la naturaleza dominan un film que se plantea como una huida desesperada a través de los peligrosos pantanos de la península del sureste de Estados Unidos, antes de que ésta se convirtiese en uno de sus estados. A este entorno salvaje arriba el teniente Tutts (Richard Webb), cuya voz en off introduce la narración y al capitán Wyatt (Gary Cooper), atípico oficial que vive aislado en una isla paradisíaca rodeada por la selva y la amenaza de los indios semínolas. Wyatt ha ideado un arriesgado plan para acabar con la revuelta del pueblo indígena, una misión suicida que le aleja de su hijo y que le pone de nuevo en contacto con el ejército del que se ha apartado desde la muerte de su esposa india, asesinada a manos de unos soldados. La aventura se inicia navegando por las aguas del extenso lago que les conduce hasta la fortaleza española que deben destruir, ocupada por los traficantes de armas que suministran rifles y municiones a los indios. Para el teniente Tutts el plan pasa por ser una acción descabellada, condenada al fracaso, sin embargo, no puede más que cambiar de opinión cuando observa la pericia del veterano oficial y de sus cuarenta hombres, que cumplen con aparente sencillez el objetivo de destruir el emplazamiento. Pero lo difícil comienza con el viaje de regreso, cuando se ven obligados a adentrarse en los pantanos para poder sobrevivir a la implacable persecución de los semínolas, que se produce por una extensión de ciento cincuenta millas repletas de peligros naturales y humanos, donde el capitán y Judy (Mari Aldon), la cautiva de los traficantes, descubren una pasión que debe superar un presente de muerte y un pasado que Wyatt ha aprendido a olvidar y que Judy no puede dejar atrás. Como plagiador de sí mismo, Raoul Walsh es inimitable, como también pudieron serlo Howard Hawks o Alfred Hitchcock, y realizó un film totalmente distinto a su original, así pues, a pesar de los aspectos comunes que guarda con Objetivo Birmania, Tambores lejanos resulta menos opresiva que aquella, primando la velocidad y la sencillez, sin necesidad de forzar una historia que en manos de otro director podría haber sido una mala película y un pésimo remake, sin embargo, el film ofrece lo que promete cuando la voz en off del teniente Tutts advierte que fue la aventura de su vida.
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