Al final
de Kill Bill Vol. 1 (2003) se dejaba escuchar la voz de Bill
(David Carradine) informando de que la hija de “la novia”
(Uma Thurman) no había muerto en el tiroteo de El Paso, sino
que milagrosamente, y no me pregunto cómo, había conseguido nacer, hecho
que la madre desconoce cuando arranca Kill Bill Vol. 2 (2004) y
se dirige en su flamante descapotable al encuentro del último de su
lista. Como ocurre en el primer volumen, el segundo tampoco sigue una
sucesión lineal de los hechos, al presentar saltos temporales
que explican parte del entorno (pasado y presente) que rodea a la letal vengadora (en este
volumen menos sangrienta): sus inicios al lado de Bill, de quien se
enamora y a quien sigue sin dudar, o como éste la encuentra tras
haberle abandonado (momento anterior a la matanza de Dos Pinos). Kill
Bill Vol. 2 continúa la mezcolanza de géneros vista en la primera entrega, haciendo un guiño especial al cine de artes marciales oriental durante el
aprendizaje de “mamba negra”, tutelada por Pai Mei (Gordon
Liu), el hombre que conoce los cinco puntos vitales para hacer
estallar el corazón humano. Pero antes de que ?, alias la novia,
alias mamba negra y alias la madre (de rodarse un tercer volumen,
seguramente tendrá un nuevo alias, ¿la abuela?), se enfrente a
Bill, tiene que eliminar al hermano de éste. Budd (Michael
Madsen) fue otro de los participantes en el múltiple asesinato
que ha llevado a la situación que se observa en la pantalla, pero
acabar con él no resulta sencillo, pues aunque parezca un individuo
acabado, que trabaja en un club de striptease (al que por ir ni van
las strippers) donde no se le respeta, se las arregla para incrustar
por sorpresa dos balas de sal en el pecho de “la novia”; pero no
acaba ahí el tío sádico, pues le ofrece un entierro muy vivo. El
momento de ? bajo tierra no resulta tan angustioso como el que Rodrigo Cortés mostraría años después en Buried, porque la no linealidad del film
indica que la heroína saldrá del apuro en el que se encuentra. Antes de que logre liberarse, el film regresa al pasado y muestra parte del duro adiestramiento al lado de Pai Mei, durante el cual, maestro y
alumna entablan una relación que comienza desde el alejamiento y las
dudas para finalizar con el mutuo respeto de saberse iguales. Cuando el
quinto film de Quentin Tarantino regresa al ataúd de madera
donde se encuentra “la novia” se observa que su aprendizaje le
sirve para romper la caja de pino y acudir
a una cita doble, debido a la presencia de la letal mujer de un sólo
ojo: Elle Diver (Daryl Hannah), otra de los miembros de El Escuadrón Asesino Víbora Letal. La
muerte de Budd no acarrea más complicaciones para “mamba negra”
que las ya sufridas, puesto que Elle es quien se encarga de alejar a
Budd de una vida que pretendía dejar atrás en cuanto acabase de contar los billetes que la propia Elle le había entregado por la compra de la katana fabricada
por Hattori Kenzo (arrebatada a una novia bien salada).
El encuentro de las dos mortíferas asesinas descubre el
verdadero nombre de la novia: Beatrix Kiddo (ahora que me había
acostumbrado a los alias), pero lo más destacado de esa reunión de viejas camaradas resulta el espectacular duelo de espadas que tiene lugar en un
espacio tan reducido como es la caravana de Budd. Durante la lucha entre Elle y Beatrix se conoce cómo la
primera perdió su ojo, antes de perder el segundo, quedándose
completamente ciega a merced de una rival que la abandona a su suerte.
Después de mucha sangre, sufrimiento y verborrea, Beatrix se
encuentra en marcha, impaciente por dar con el paradero del hombre al
que amaba, el hombre de quien se quedó embarazada y el hombre que le
dio por muerta en la iglesia de Dos Pinos, El Paso.
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