Un año antes de que se produjese la caída de la bolsa de Nueva York Marcel L'Herbier escribió y dirigió, adaptando una novela de Emile Zola, un film en el que expuso como la especulación y la información privilegiada (en algún caso falseada o manipulada) pueden desestabilizar el sistema bursátil. La historia que narra se centra en el ambicioso dueño del banco Universalle, Saccard (Pierre Alcover), un visceral y manipulador magnate de las finanzas, dominado por su afán de amasar fortuna y poder; el dinero es su credo, su dueño y el motor que impulsa sus actos, pero su imperio financiero se encuentra amenazado por las especulaciones de Gunderman (Alfred Abel), frío y calculador, un rival totalmente opuesto a él. Saccard vive un momento delicado cuando las acciones del banco caen en picado; necesita un golpe de efecto para evitar la bancarrota. La cotización de sus acciones suben después de conocer a Jacques (Henry Victor) y Line Hamelin (Mary Glory), de quien se encapricha. Los Hamelin y el maquiavélico Saccard coinciden en el restaurante donde se reúnen los reyes de las finanzas, lugar al que acude el ingenuo matrimonio porque Line insiste a su marido para que exponga su proyecto a alguno de esos tiburones presentes en el local. La importancia que se le da al dinero en la película de Marcel L'Herbier es máxima, todos, salvo quizá Jacques Hamelin, en algún momento (o en todos) se dejan arrastrar por la atracción monetaria que les somete y se convierte en el eje sobre el que giran sus vidas; incluso Line sucumbe, en un determinado momento, al encanto del dinero, provocado por un engaño de Saccard. Jacques Hamelin es un aviador que ha descubierto un importante yacimiento petrolífero en su último viaje a la Guyana francesa, cuestión que explica al banquero y le convence para asociarse con el piloto, consciente de que el oro negro es su salvación y su nueva fuente de enriquecimiento. No obstante, Hamelin duda de Saccard, no le gusta, no por la ambición que muestra, sino porque intuye que desea a su esposa, lo que le lleva a replantearse la asociación; sin embargo, Line le convence para que firme. Saccard aprovecha la oportunidad y envía al piloto a cerrar el trato, pero lo hace desde la espectacularidad de un vuelo en solitario a través del Atlántico, generando gran expectación en Francia, maniobra que provoca que las acciones del Universalle coticen a la alza. Guderman no se inmuta, mantiene la serenidad, sin olvidar su objetivo de arruinar a su rival; especula comprando acciones sin darse a conocer, utilizando empresas de diversas procedencias con las que puede ocultar sus intenciones. El éxito de su nueva empresa calma las inquietudes de Saccard, al tiempo que aumenta su deseo de poseer a Line, a quien piensa conseguir gracias a su dinero, a sus atenciones y a la ausencia de Jacques. Saccard no ama a Line, sólo pretende que sea suya, como si se tratase de una pieza que pudiese comprar, ya que en su mente existe un único amor: el dinero. En un momento clave del film se observa la fragilidad sobre la que se sostiene la bolsa, cuando se comunica, sin confirmación oficial, que Hamelin se ha estrellado en su viaje de regreso. La noticia provoca el caos, cuestión que hunde al banquero, porque comprende que el mercado se desploma y, si no produce un milagro, lo mismo le ocurrirá a su fortuna. La amoralidad de Saccard se comprueba una vez más tras recibir el telegrama donde se le notifica que el avión de Hamelin prosigue su vuelo, hecho que provoca su alegría y su siguiente maniobra: ocultar la información. El silencio de Saccard tiene la finalidad de aumentar su fortuna, no le importa el estado de ansiedad en el que se encuentra Line, consciente de que si oculta lo que sabe las acciones bajarán, y así podrá comprarlas antes de que se descubra la verdad, momento en el que volverían a subir, consiguiendo de ese modo cuantiosos beneficios. La ambición desmesurada suele esclavizar a quien se deja arrastra por ella, realidad que Saccard no contempla porque está cegado; actúa sin pensar en lo correcto e incorrecto, utilizando cualquier medio a su alcance, legal o ilegal, para conseguir su propósito; sin embargo, en el juego de la especulación participan más jugadores y existen imprevistos que se escapan a su control. El dinero (L'argent) es el film más conocido de Marcel L'Herbier, una monumental superproducción francesa de finales del periodo silente, cuya puesta en escena se observa moderna, ágil, fresca y sin altibajos, lo que la convierte en una de las cimas de la época muda y una de las grandes obras maestras de la cinematografía francesa.
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