viernes, 13 de abril de 2012

Indiana Jones y la última cruzada (1989)


Las primeras imágenes de
Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989) muestran a un adolescente que monta sobre un caballo por el desierto de Utah en compañía de otros jóvenes exploradores. Durante las escenas iniciales se intuye como será su yo del futuro, un hombre intrépido con multitud de recursos y que nunca se rinde. La presencia en el film del joven Indy (River Phoenix) fue un secreto hasta el último momento, una idea surgida de la mente de George Lucas. que sirve para descubrir aspectos del Indiana Jones maduro (Harrison Ford). El Indy adolescente observa como varios saqueadores o profanadores de tumbas se apoderan de la cruz de Colorado, una reliquia que según su opinión debería estar en un museo. Ni corto ni perezoso, se hace con ella, obligando a los saqueadores a perseguirle por el desierto hasta un tren circense, en cuyo interior se encuentra con algunas características que ya no le abandonarán: el uso del látigo, serpientes a las que odiar y un afán de superación que no le permite detenerse ante nada, cuestión ésta que le proporciona la admiración de su rival, y convence a aquél para que le regale el sempiterno sombrero que luce veintiséis años después en un barco que flota frente a la costa de Lisboa, donde intenta recuperar aquella cruz que le arrebataron en el pasado. George Lucas y Steven Spielberg barajaron varias opciones para el guión de la tercera entrega de las aventuras del famoso arqueólogo; tenían claro que sería una historia épica, y entre las opciones que se barajaron surgieron argumentos ambientados en China (relacionado con el Rey Mono), en Escocia (en un castillo con fantasmas incluidos) o en el Tibet, decantándose finalmente por la idea del productor de situar la acción en torno a la búsqueda del Santo Grial. La elección poseía el carácter épico que se buscaba, pero necesitaban algo más para dotar de fuerza y diversión a una película que devolvería al personaje a los espacios abiertos que no aparecieron en su precuela. Ese algo fue ni más ni menos que el padre de Indy, también conocido como el doctor Henry Jones (Sean Connery), un invitado de lujo en la aventura de su hijo. Steven Spielberg tenía clara su elección para el papel de Henry Jones padre, él quería a Sean Connery (George Lucas había sugerido a Gregory Peck), consciente de que el actor escocés aportaría la energía y fuerza del agente 007, perfecto para dar replica a Harrison Ford. Entre ambos actores nació una complicidad que podría considerarse lo mejor de un film repleto de humor, aventura y acción, el más trepidante de la serie, y seguro que el más chocante y cómico, gracias a las réplicas entre padre e hijo, éste último siempre frustrado ante la aparente indiferencia del mayor de los Jones. La aparición de Walter Donovan (Julian Glover), millonario y filántropo, permite que Jones hijo descubra que su padre ha desaparecido mientras realizaba la búsqueda del Santo Grial, hecho que le convence para emprender la aventura y aterrizar en Venecia en compañía del imprescindible Marcus Brody (Delholm Elliott). En la ciudad bañada por las aguas del Adriático se reúnen con la doctora Elsa Schneider (Alison Doody), colaboradora de Henry senior y la nueva chica Indy, además de ser una mujer ambiciosa que no comprende el auténtico valor del objeto que buscan. Desde ese momento la acción y la comicidad cobran el protagonismo absoluto de una historia que reúne a padre e hijo para que ambos alcancen esa meta que no sería el Grial, sino el reconocimiento mutuo que les acerca y que les devuelve aquello que habían perdido como consecuencia de su alejamiento y de los reproches de Indiana. Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade) reúne a dos generaciones de eruditos geniales y les concede la oportunidad de vivir la aventura más trepidante vivida en la gran pantalla por el famoso arqueólogo, quien de nuevo tiene que verse las caras con un viejo enemigo, los nazis, a quienes odia tanto como a las serpientes y a quienes volverá a derrotar, porque esta vez cuenta con su padre y su peculiar sentido del humor.

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