Habría sido interesante comprobar cómo hubiese sido la carrera de Abraham Polonski como director de no haber tenido problemas con el Comité de Actividades Antiamericanas, sin embargo, los tuvo, y su filmografía se reduce a tres propuestas en las que deja clara su valía como realizador. El valle del fugitivo (Tell them Willie Boy is here) sería un ejemplo de cine contundente, bien desarrollado y con un mensaje claro en contra del racismo y la ignorancia que lo fomenta. Willie Boy (Robert Blake) acaba de regresar a su hogar, convertido en reserva india, donde viven los pocos miembros que quedan de su tribu. Sus intenciones no contemplan buscar problemas, porque su único deseo sería reunirse con Lola (Katherine Ross) para casarse con ella, pero la situación se le escapa de las manos cuando el padre de ésta le amenaza con matarle si no deja en paz a su hija. Willie no piensa renunciar a lo único que quiere, por eso se cita a escondidas con su amada, pero para la desgracia de ambos, el padre de Lola les descubre y, sin otra opción, Willie comete un homicidio en defensa propia. El acto de Willie Boy no tiene vuelta atrás, obligado a huir por su amor hacia Lola y por su negativa a regresar a la cárcel, donde, por una borrachera, había pasado treinta días que le convencieron de que no podría vivir entre rejas. Esa certeza le impulsa a escapar en compañía de quien, según la tradición de su pueblo, se ha convertido en su esposa tras dar muerte al padre. Pero la sensación de acorralamiento crece y afecta tanto a su relación como a sus comportamientos, porque la posibilidad de una vida tranquila se les escapa de las manos, para dar paso a una violencia que, sin formar parte de la naturaleza de ninguno, podría surgir en cualquier momento, porque son como animales amenazados que únicamente desean vivir en libertad. El sheriff Cooper (Robert Redford) tiene sus dudas al respecto de la persecución y por qué se realiza como si fuera una cacería, decidiendo abandonar la búsqueda para encargarse de la seguridad del presidente de la nación, que se encuentra de visita por esa parte del país. Sin embargo, Ray Calvert (Barry Sullivan) y el resto de los hombres continúan tras una presa que les proporciona la posibilidad de regresar a los viejos tiempos, cuando los indios no estaban protegidos por las leyes y perseguirles era la cosa más natural del mundo. Así pues, acosan y acorralan a Willie, quien no puede más que intentar alejarles, sin pretender matar a nadie; no obstante, durante el tiroteo que se produce en las montañas, el fugitivo hiere a Calvert, cuestión que devuelve a Cooper a una caza en la que no hay vuelta atrás. El valle del fugitivo (Tell then Willie Boy is here) muestra el racismo existente en torno a la figura Willie Boy, así como la ignorancia y los prejuicios que dominan al pelotón de persecución, similares en su fondo a los de la encargada de la reserva, Elizabeth Arnold (Susan Clark), que pretende ayudar a los indios, pero sin aceptar sus costumbres; es evidente que las ignora de manera voluntaria (quizá piensa que no son civilizadas) porque trata de convertirles en algo que no son, como demuestra su conversación con Lola, cuando le dice que será maestra, sin preguntarle si ese es su deseo, cuestión que remarca un paternalismo (maternalismo) que no da opción a la elección. Tanto los instantes iniciales como la cacería permiten comprobar la imposibilidad de Willie para encontrar un lugar dentro de su propio hogar, puesto que ser indio significa rechazo o un trato peyorativo como el que recibe de los individuos que le minusvaloran y le provocan en la taberna del pueblo para sentirse superiores, cuando en realidad muestran sus carencias y sus prejuicios; sensaciones que, unidas a la amenaza de muerte que sale de la boca del padre de Lola, advierten desde el principio que Willie Boy es un ser condenado a no encontrar la paz dentro de un entorno donde su condición de indio le impiden aquello que sí le estaría permitido si hubiese sido un hombre blanco.
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