Mortimer acaba de contraer matrimonio con Elaine (Priscilla Lane) a pesar de que en su libro expuso el error que significa la vida conyugal. Sin embargo, finalmente, el amor le ha vencido y, contento por su nuevo estado, acude a comunicar la noticia a su tía Martha (Jean Adair) y a su tía Abbey (Josephine Hull), pero allí descubre, oculto en el arcón del salón, un cadáver. Su primera reacción es de pánico y la segunda de incredulidad porque se preguntaría ¿qué hace un muerto dentro del arcón de mis tías? Ni siquiera se le ha pasado por la cabeza la verdad de los hechos, pero ¿cómo podría haberlo imaginado si todos los vecinos conocen la bondad de sus parientas? Se niega a creer la verdad a pesar de que sus tías le han confesado con naturalidad y tranquilad de conciencia que han sido ellas, y que lo han hecho porque sentían lástima por sus caballeros solitarios, a quienes regalaban el descanso eterno tras la ingestión de un vaso de vino envenenado. Mortimer no da crédito a lo que escucha sin poder evitar que su mundo se vuelva del revés. Los nervios y la tensión de su descubrimiento le sitúan al borde de la locura; la única idea que se le ocurre para salvar a sus tías es la de cargar el muerto (doce muertos) a su hermano Teddy, un hombre que se cree el presidente de los Estados Unidos y que no puede disimular la característica común en la familia Brewster (familia que a nadie extrañaría que estuviese emparentada con los Adams). La situación ya es de por sí alocada y extraña, una experiencia que hace que Mortimer Brewster se olvide de todo lo demás, incluso de una esposa que no comprende nada de nada, y se lance en busca de una solución que le traerá de cabeza. Pero la noche de Halloween aún deparará mayores sorpresas; la llegada al hogar de Jonathan Brewster (Raymond Massey), acompañado por el doctor Einstein (Peter Lorre), aumentará el cupo de inquilinos de esa casa de locos, que en ningún momento dejarán de aparecer y desaparecer en ese escenario que resulta ser la sala de estar de la mansión Brewster, perfecto lugar para exponer los hechos, embrollarlos e intentar solucionarlos. Jonathan, que tras su ultima cirugía recuerda a la criatura interpretada por Boris Karloff en Doctor Frankenstein (James Whale, 1931), es un criminal sin escrúpulos que regresa al hogar tras muchos años sin dar señales de vida; ausencia que sus tías seguramente agradecerían que se hubiese prolongado indefinidamente. Martha y Abbey no quieren que se quede porque su presencia rompe la armonía de la casa, además de añadir cierto temor a sus apacibles existencias; sin embargo, el mayor de los Brewster no piensa irse, y menos aún cuando se reencuentra con su hermano Mortimer a quien desea asesinar.
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