<<Las cosas podrían haber sido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así>>.1 Delibes, a sus veintisiete años, obtuvo el premio Nadal con su primera novela y, al suceder así, seguramente sintió el ánimo y la confianza necesarias para proseguir la senda literaria que, en 1974, lo llevó a formar parte de la Real Academia, puesto que ocuparía hasta su fallecimiento en 2010. Resulta innecesario afirmar que Miguel Delibes fue una figura fundamental dentro del panorama literario español de la segunda mitad del siglo XX, pero nunca está de más reconocer los méritos ajenos, es de justicia —y debería practicarlo con más frecuencia—, y los magistrales momentos literarios que sus novelas ofrecen, instantes que permiten regresar o descubrir un mundo rural ya desaparecido o entornos pequeñoburgueses también desdibujados por el devenir del tiempo; momentos que hablan y nos dan a conocer seres “reales” e inolvidables. La literatura de Delibes, de sencillez expresiva y rica en registros, se decanta por los desheredados sociales. Son marginados en su entorno que el autor mira, explora, conoce y describe con compasión y comprensión, aunque no exento de pesimismo y melancolía; siempre fluye natural y vive en constante evolución. Esta constante caracteriza la obra literaria de este escritor, nacido en Valladolid en 1920, cuya primera novela, La sombra del ciprés es alargada, concede el protagonismo a dos niños que, alejados de sus respectivas familias, descubren la amistad, el sufrimiento y la amenazante certeza de la muerte. La presencia de la figura infantil volverá a asumir el protagonismo en El camino (1950), que parte una narrativa realista para retratar, desde la inocente mirada de tres niños, el entorno rural donde viven, y donde se aúna miseria, cotidianidad y nobleza. También retrató a la burguesía provinciana en Mi idolatrado hijo Sisí (1953) concediendo importancia al niño aludido por el título. Volvería a emplear personajes infantiles, aunque antes daría vida a Lorenzo en Diario de un cazador (1955), novela en la que ofreció una magnífica reflexión sobre la vida cotidiana de un joven apasionado por la caza, que se presenta en forma de diario escrito por el que quizá sea el personaje más optimista de la obra del vallisoletano. En su diario, Lorenzo expone sus deseos y sus opiniones y, posteriormente, regresaría en Diario de un emigrante y Diario de un jubilado. Con Cinco horas con Mario (1966) su escritura alcanzó una nueva cima, al experimentar con nuevas técnicas narrativas, lo que le permitió concentrar toda la historia en el monólogo que una viuda mantiene ante el cuerpo presente del difunto, a quien ella recrimina cuestiones relacionadas con su vida en común, reproches que permiten descubrir la verdadera naturaleza tanto de la mujer como del mundo que habita. Otra de sus grandes novelas, por no decir su obra maestra, Las Ratas (1962), se desarrolla en un ambiente rural y de nuevo contó con un niño como protagonista, el Nini, observador de cuanto le rodea, de la ignorancia y de las costumbres. Se necesitaría mucho tiempo y espacio para continuar hablando de Parábola del náufrago (1969), El príncipe destronado (1973), El disputado voto del señor Cayo (1978), Los santos inocentes (1981), Señora de rojo sobre fondo gris (1991) o El hereje (1998), otras muestras de la gran riqueza creativa de este genial escritor que en cada una de sus narraciones ofrecía un pensamiento humanista, defensor de la Naturaleza y de la dignidad humana, narraciones que en algunos casos tuvieron su adaptación a la gran pantalla, entre ellas El camino, que fue la primera, y Los santos inocentes, que obtuvo una mención especial en el festival de Cannes de 1984, así como el premio a la mejor interpretación masculina (Alfredo Landa y Francisco Rabal).
Películas basadas en novelas de Delibes
La mortaja (José Antonio Páramo, 1974)
Retrato de familia (Antonio Giménez Rico, 1976) (adaptación de Mi idolatrado hijo Sisí)
La guerra de papá (Antonio Mercero, 1977) (adaptación de El príncipe destronado)
Función de noche (Josefina Molina, 1981)(adaptación de Cinco horas con Mario)
El disputado voto del señor Cayo (Antonio Giménez Rico, 1986)
El tesoro (Antonio Mercero, 1990)
La sombra del ciprés es alargada (Luis Alcoriza, 1990)
Una pareja perfecta (Francesc Betriu, 1998) (adaptación de Diario de un jubilado)
Las ratas (Antonio Giménez Rico, 1998)
1.Delibes, Miguel. El camino. Ediciones Destino, Barcelona, 2003
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