martes, 8 de enero de 2019

María Casares. Magnetismo, pasión y superación


Liberal y republicano desde la cuna, Santiago Casares Quiroga se trasladó en 1931 de su Coruña natal a Madrid para asumir mayor presencia en el ámbito político nacional. En la capital se hizo cargo del ministerio de Marina y posteriormente fue elegido presidente del Consejo de Ministros de la República, puesto del que dimitió el 18 de julio de 1936, tras la sublevación militar que conllevaría tres años de encarnizada guerra civil. Desde una perspectiva personal, la contienda precipitó su salida a Inglaterra, y allí permaneció hasta que pudo trasladarse a Francia donde falleció en 1950, el encarcelamiento de Ester, su hija natural, encerrada por dicho parentesco, y el exilio sin retorno de Gloria Pérez, su mujer, y de su hija María, por aquel entonces una adolescente de catorce años que, al lado de su madre, abandonaba su país de origen y llegaba al desconocido que acabaría por convertirse en su hogar. Tras vivir los primeros meses de la guerra en Madrid, donde María prestaba cuidados a heridos republicanos, en noviembre de 1936 madre e hija se instalaron en París prácticamente con lo puesto, con el total desconocimiento del nuevo idioma y con su condición de refugiada o, como reza el título de las memorias de María Casares, de residente privilegiada. Allí, la inquieta y cultivada adolescente tuvo que adaptarse a la educación francesa y asimilar su cultura para integrarse en un entorno extraño que años después la aclamaría como una de las más grandes actrices de la historia del teatro francés. Aunque nunca olvidó sus raíces gallegas y españolas, salvo por algunas actuaciones infantiles, su formación artística se desarrolló por entero en Francia, donde ingresó en el Conservatorio de Actores de París en 1941. Y a pesar de su todavía acento gallego y de sus problemas con su nuevo idioma, un año después debutaba en el teatro Mathurins, su puerta de entrada al arte escénico en el que se convertiría en referente nacional e internacional. El premio Nacional de Teatro concedido por el Ministerio de Cultura francés en 1990, la Medalla de las Bellas Artes en España o la Medalla Castelao en su Galicia natal fueron algunos galardones que reconocían el medio siglo que María Casares dedicó al teatro, su pasión y su patria, como ella misma reconocía en sus memorias: <<mi patria es el teatro; y los dramas, las tragedias, las farsas, melodramas, sainetes, comedietas, milagros o misterios, toda la comedia humana, el fin que en él se representa, es la que vivo>>*. Nunca ocultó su predilección por el medio escénico, relegando a un plano secundario su actividad cinematográfica, aunque también en la pantalla tuvo una presencia destacada, sobre todo durante el periodo que abarca desde 1945 hasta 1950. <<Llevaba un año en el teatro y venía de cumplir los veinte cuando me escogió para su Nathalie de Les Enfants du Paradis. Acepté encantada. Si mi pasión era el teatro, sentía curiosidad por todo, y el cine me intrigaba y admiraba a Carné>>**. Y así, de la mano de Marcel Carné, silenciaba la desorientación que le producía la cámara y debutaba en la pantalla en uno de los títulos claves del cine francés de la inmediata posguerra. No menos fundamental fue su siguiente película, a las órdenes de Robert Bresson, a quien recordaba encantador fuera del plató pero en el rodaje como un director que llevaba al extremo su intención autoral. Superando miedos, nervios y frustraciones ante la cámara, <<con Les dames du bois de Boulogne empezó mi verdadera experiencia cinematográfica. Buscaba la plaza reservada al actor en ese arte>>**. Maquiavélica, vengativa y despechada por un engaño amoroso, su Hélène en Las damas del bosque de Boulogne fue una de sus grandes interpretaciones cinematográficas, pero su caracterización más recordada, y su preferida, la encontramos en "la muerte" a la que dio vida en el díptico de Jean Cocteau Orfeo y El testamento de OrfeoLa cartuja de Parma u Ombre et Lumière fueron otras producciones importantes en las que participó antes de alejarse del cine para dedicarse por entero a la escena, en la que se convirtió, gracias a su pasión por la actuación, a su magnetismo natural y a su voz, en una de sus más grandes referentes, y en miembro de la prestigiosa Comedia Francesa (Comédie Française) y del Teatro Nacional Popular (Théâtre National Populaire). Su currículum teatral contempla obras de SénecaVoltaire, Racine, Valle-InclánPirandelloSartre o Albert Camus, a quien le unía una relación de amor y amistad que duró hasta el final de la vida del escritor. Pero su retiro de las pantallas no fue total, ya que regresaría en 1960 para colaborar con Cocteau en la ya nombrada El testamento de Orfeo y posteriormente inició la que sería su segunda e intermitente etapa cinematográfica (1974-1995), que incluye Monte Bajo, la única película que rodó en España, país que volvió a pisar en 1976, cuando protagonizó la obra de Rafael Alberti El adefesio, tras la cual regresó a Francia, se casó con el también actor André Schlesser y, tras haberla rechazado con anterioridad, aceptó la nacionalidad francesa y puso fin a su condición de residente privilegiada.



Filmografía

Los niños del paraíso (Les enfants du Paradis; Marcel Carné, 1945)

Las damas del bosque de Boulogne (Les dames du bois de Boulogne; Robert Bresson, 1945)

Roger La Honte (André Cayatte, 1946)

La revanche de Roger La Honte (André Cayatte, 1946)

L'amour autour de la maison (Pierre de Hérain, 1946)

La cartuja de Parma (La chartreuse de Parme; Christian-Jaque, 1948)

Bagarres (Henri Calef, 1948)

L'homme qui revient de Loin (Jean Castanier, 1949)

Orfeo (Orphée, Jean Cocteau, 1950)

Ombre et Lumière (Henri Calef, 1950)

El testamento de Orfeo (Le testament d'Orphée, Jean Cocteau, 1960)

Flavia, la monaca musulmana (Gianfranco Mingozzi, 1974)

L'adieu nu (Jean-Henri Meunier, 1975)

Blanche et Marie (Jacques Renard, 1984)

De sable et de sang (Jeanne Labrune, 1987)

La lectrice (Michel Deville, 1988)

Monte Bajo (Julián Esteban Rivera, 1989)

Someone else's America (Goran Paskaljevic, 1995)


*Casares, María. Residente privilegiada. Argos Vergara, Barcelona, 1981
** Casares, María. El comediante frente a la cámara. Revista Nuestro Cine, nº 42, Madrid, 1965

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