martes, 19 de junio de 2018

El misterio Picasso (1956)


A diferencia de Vincent Van Gogh o de su contemporáneo Amadeo Modigliani, Pablo Picasso sí conoció el éxito y reconocimiento unánime en vida, incluso le llegaron relativamente temprano, pero, a parte de ser tres genios pictóricos inimitables e imprescindibles, los tres tienen en común que han inspirado distintas biografías y documentales que son referentes cinematográficos que vienen a la memoria cuando se habla de cine y pintura. Sin duda, una de las grandes películas que nos acercan al artista malagueño y a su obra, ni es un biopic ni un documental al uso, es El misterio Picasso (Le mystère Picasso, 1956) y, como tal, solo puedo catalogarlo de rareza cinematográfica que, en su propuesta, radicalizaba el cine documento al convertir la pantalla en el lienzo sobre el cual el pintor protagonista desarrolla su técnica pictórica para dar forma a los diferentes dibujos y composiciones que, sin aparente descanso, se suceden a lo largo de este notorio experimento visual, obra de Henri-Georges Clouzot y del propio Picasso, pues él es principio y fin del mismo.


Como experimentación pictórica-cinematográfica, El misterio Picasso es una propuesta única que abría nuevas vías para el documental, pero como película fue un riesgo narrativo que se convirtió en otro legado imborrable del autor de Las señoritas de Aviñón. Rodado durante el verano de 1955, en el estudio de un genio de la pintura que trabaja sin descanso sobre las telas, los minutos transcurren sin apenas palabras y con mínimas intervenciones de los tres personajes que asoman en la pantalla, porque la intención de Clouzot y Picasso pretende introducir al espectador en el misterio aludido por el título del film. ¿Cuál? Aquel que, bajo las composiciones acabadas, esconden líneas, trazos, colores y otras formas primitivas que posibilitan la definitiva.
 La práctica totalidad del film se centra en esos lienzos blancos que la cámara, manejada por Claude Renoir, encuadra mientras, en la parte posterior de la tela, el artista invisible para el objetivo dibuja incansable en un intento de desvelar su modo de trabajo. Este proceso artístico genera en el público la sensación de contemplar o de estar ante el constante movimiento que busca la idea definitiva, y dicha búsqueda queda plasmada en todo momento, aunque alcanza su máxima expresión en la gestación de la última pintura, espectacular en su desarrollo y en su dinámica.

1 comentario:

  1. Clouzot era un Maestro del cine. LE SALAIRE DE LA PEUR, LES DIABOLIQUES, son "incontournables" "chefs-d'oeuvre"

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