viernes, 3 de noviembre de 2017

El capitán Veneno (1950)



<<Yo no he nacido para recibir favores, ni para agradecerlos o pagarlos; por lo cual he procurado siempre no tratar con mujeres, ni con niños, ni con santurrones, ni con ninguna otra gente pacífica y dulzona... Yo soy un hombre atroz, a quien nadie ha podido aguantar, ni de muchacho, ni de joven, ni de viejo, que principio a ser. ¡A mí me llaman en todo Madrid el Capitán Veneno!>>


(Pedro Antonio de Alarcón, El Capitán Veneno)


Que sienta mayor simpatía por El capitán Veneno (1950) cinematográfico que por su original literario, publicado en 1881, más que nada, se debe a la presencia secundaria de José Isbert y Manolo Morán y, sobre todo, por el protagonismo de Fernando Fernán Gómez dando vida a quien se define en la novela breve de Pedro Antonio de Alarcón como <<un hombre atroz, a quien nadie ha podido aguantar, ni de muchacho, ni de joven, ni de viejo, que principio a ser>>. Desde su aparición en la pantalla, durante una introducción inexistente en el relato de Alarcón, que abarca más de veinte minutos de metraje, Fernán Gómez aporta a su personaje humanidad, gracia y temperamento, ese temperamento a flor de piel que sale a relucir allí donde se encuentre, sea en el casino donde juega al "tute arrastrado" y muestra su rotunda negativa al matrimonio, en la taberna donde descubre el complot carlista o en la fiesta donde sin éxito, este recae en la presencia de su antagónico (en comportamiento y modales) José Zorrilla (Miguel Pastor), pretende denunciar a los insurrectos. En esa media hora de acercamiento al personaje, ausente en la novela y fruto de la colaboración en el guión de Luis Marquina y Wenceslao Fernández Flórezel público comprende el firme rechazo del capitán hacia el sexo femenino, hacia el matrimonio, hacia los niños o hacia cualquier autoridad o sensiblería que minen su bien ganada reputación de pendenciero solitario y protestón infantil. También se conoce su afición a los naipes y su sinceridad, pues de sus labios las palabras salen cual absoluto categórico, posibilitando la comicidad que prevalece durante su resistencia numantina a los encantos que descubre en Angustias (Sara Montiel) y a la sensación de bienestar que siente en el hogar de doña Teresa de Carrillo (Amparo Martí), cuando ella, su hija y Rosa (Julia Caba Alba), la asistenta, lo acojan y cuiden su herida de bala. En ese preciso instante de revuelta callejera, la película de Marquina enlaza con la novela de Alarcón, y como en la narración literaria, El capitán Veneno busca entretener desde el enfrentamiento que se desarrolla entre ese capitán amamantado por una <<cabra montesa>> y las tres mujeres que lo cuidan y lo sufren tras rescatarlo de la calle donde yacía tras ser alcanzado por la metralla. A partir de entonces (y durante su convalecencia en casa de doña Teresa) se produce la batalla verbal entre don Jorge de Córdoba, nombre real del heroico herido, y las mujeres, en particular con Angustias, con quien mantiene la peculiar lucha de sexos que, paulatinamente, el bravo y testarudo capitán comprende que perderá.

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