sábado, 30 de septiembre de 2017

Tras la pista del zorro (1966)


Las primeras películas de Vittorio De Sica tras las cámaras fueron cuatro comedias que nada tenían que ver con el neorrealismo que le dio fama internacional y que ya forma parte fundamental de la historia del cine. Pero hay quien ignora de qué se trata. <<¿Qué es el neorrealismo?>>, pregunta la antigua estrella de la pantalla interpretada por Victor Mature, antes de que su representante (Martin Balsam) exclame: <<¡Sin dinero!>>. La broma está hecha y tiene su gracia, sobre todo cuando se piensa que la imagen que muchos tenían de las películas neorrealistas era de pocos recursos —y a menudo, así era, más si cabe en la inmediata posguerra—, pero en boca del Cesare Zavattini teórico neorrealista la respuesta habría sido otra, quizá más imaginativa y ajustada a la realidad que contemplaba hechos y personas que dotaban de humanidad y valor social a sus guiones, fuesen situaciones extraídas de la calle o inventadas. Suena contradictorio unir “imaginativa” y “realidad”, pero resulta que Zavattini tenía fantasía, también la tenía el neorrealismo, por ejemplo en la fantástica Milagro en Milán (Miracolo a Milano, 1950). Sin embargo, cuando se inició el rodaje de Tras la pista del zorro (After the Fox, 1966), el neorrealismo ya había cumplido su misión y de él solo quedaban su leyenda y sus películas, algunas de las cuales tuvieron su origen en la pareja artística 
De Sica-Zavattini. Pero en esta producción que sí tenía dinero, el escritor y guionista italiano se limitó a acompañar a su amigo Vittorio, sin apenas dejar notar su presencia, no acreditada en el guión firmado por Neil Simon. Claro está que el cine de De Sica mejora con las ideas de Zavattini, además, el cineasta nacido en Sora (en la región de Lazio) no sentiría un interés especial por el guión de Simon, tomándose a broma, pues eso es lo que es, esta coproducción internacional que resultó ser una de sus películas más irregulares. Aun así, dicha irregularidad no empaña el entretenimiento que ofrece su burla metacinematográfica, que aprovecha la presencia de Victor Mature, parodiándose a sí mismo en el papel de Tony Powell, y el histrionismo de Peter Sellers en le rol de Aldo Vanucci.


Ladrón, fugitivo, maestro del disfraz, hermano, hijo y conocido en el mundillo del crimen como el "zorro", es de suponer que por su astucia, Vanucci se fuga de la cárcel para salvaguardar el honor de su hermana Gina (
Britt Ekland), intención que no le resulta sencilla, pues Gina desea convertirse en estrella de celuloide y aprovecha cualquier ocasión para coquetear con el cine. Ante la imposibilidad de ofrecer a su madre y a su hermana el bienestar que se merecen, el viejo zorro decide atacar una vez más -mientras suspira <<si pudiera robar lo suficiente para ser un hombre honrado>>-, y lo hace aceptando la propuesta de Okra (Akim Tamiroff), que pretende introducir en Italia el oro robado en El Cairo. Al tiempo que escapa de la policía, Aldo piensa en la bañera o en la sala de proyección, no obstante, todavía no tiene claro cómo introducir el cargamento, pero, visionando en compañía de Gina una antigua película con Tony Powell de protagonista, su cerebro se ilumina con la brillante idea de hacerse pasar por un reputado director cinematográfico, pues la fiebre que desata el cine entre las masas, le proporciona una tapadera inmejorable. Asumiendo la pedante personalidad del ficticio Federico Fabrizi, Vanucci se traslada a una pequeña villa marinera donde todos los vecinos muestran su entusiasmo por salir en la película "El oro del Cairo", un filme inexistente que tendrá que existir como consecuencia del retraso de la embarcación que transporta el metal robado. El mayor acierto de esta comedia, por y para lucimiento de Sellers, una vez más haciendo gala de su capacidad camaleónica, reside en la parodia que De Sica hizo de los dos personajes principales. Por un lado, Aldo Vanucci, en quien se caricaturiza a un realizador que, sin saber qué y cómo rodar, decide realizar un film intelectual que solo es el reflejo de su despropósito, a pesar de que un crítico exclame fuera de sí <<¡ese hombre ha filmado un clásico, un clásico!>>. Por otra parte, nos encontramos con el actor interpretado por Mature, en la vida real retirado de la gran pantalla desde Los tártaros (I tartari; Richard Thorpe, 1961), a una vieja estrella que se niega a aceptar el paso del tiempo, consciente de que sí envejece las ofertas de trabajo continuarán siendo tan mínimas coma hasta el momento en el que acepta participar en "El oro de El Cairo". Pero más allá del tono burlesco (presente en otras producciones del cineasta italiano), Tras la pista del zorro no encaja ni en De Sica ni en Zavattini y sí lo hace dentro de la moda cómica-pop de aquellos años y en el humor que el actor británico había llevado a su máxima expresión en La pantera Rosa (The Pink Panther; Blake Edwards, 1964).

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