lunes, 17 de julio de 2017

Con las horas contadas (1949)


Las analépsis cinematográficas son habituales en el cine negro. Menos habitual sería que los retrocesos temporales sean introducidos por cadáveres (o casi). Esto se lo debemos en gran medida a Billy Wilder, a su agente de seguros de Perdición (Double Indemnity, 1944) y sobre todo al cuerpo de la piscina que abre El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, Billy Wilder, 1950). Pero, entre ambas obras maestras wilderianas, otro muerto avanza con paso decidido por los pasillos de la jefatura de policía donde quiere denunciar un asesinato. <<¿A quién asesinaron?>>, le pregunta el inspector. <<A mí>>, contesta antes de relatar los hechos que se desarrollan a lo largo del flashback que engloba la práctica totalidad de Con las horas contadas (D.O.A., 1949). Esta excelente propuesta de serie B, filmada por Rudulph Maté, anteriormente director de fotografía de cineastas como Carl theodor Dreyer, presenta un ritmo narrativo envidiable, pero, sobre todo, la película funciona por las reacciones y las sensaciones que embargan a su protagonista, Frank Bigelow (Edmond O'Brien), un hombre corriente que no puede escapar al destino sellado en el local nocturno de San Francisco donde sin ser consciente fue envenenado. A la mañana siguiente del hecho, el malestar le hace pensar en la bebida y en la comida consumidas la noche anterior, sin plantearse que es la víctima de un homicidio premeditado. El dolor no remite y la lógica le aconseja que visite a un médico. En un primer momento este le dice que sus órganos vitales son la envidia de cualquiera, sin embargo, el optimismo reinante se esfuma cuando el doctor observa los análisis y le anuncia que una sustancia letal ha infectado su organismo. La negación de Bigelow se hace patente: grita, rechaza, da un portazo y sale del edificio en busca de una segunda opinión que le agrade y calme sus ánimos, pero en el hospital le confirman su muerte inminente: <<un día, dos, una semana como mucho>>. ¿Por qué y quién lo ha asesinado? Este doble interrogante se apodera de su mente mientras camina desorientado y desesperado, pero algo en su interior le hace centrarse, es la necesidad de encontrar repuestas, las cuales llegan a cuenta gotas, en forma de pistas que llevan a otras, complicando el misterio que envuelve su muerte. Destacado ejemplo de cine negro de bajo presupuesto, Con las horas contadas sigue desde ese instante el intenso recorrido vital de un hombre condenado que necesita esclarecer su asesinato y las incógnitas de su relación sentimental con Paula (Pamela Britton), una relación que, como su vida, se escapa mientras viaja de aquí para allá, reuniendo las piezas del rompecabezas que presenta resuelto en la comisaría de policía donde escuchan su historia y donde sellan su caso con las siglas D.O.A. (Dead on Arrival) que sirven de título para este espléndido "noir" de 
serie B.

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