jueves, 16 de julio de 2015

Help! (1965)



La primera incursión cinematográfica de The Beatles transcurre durante una hilarante jornada en la que se observa a los miembros de la banda superando situaciones cómicas, en ocasiones irreverentes, que parodian la cotidianidad en la que viven tras alcanzar la fama. Algo similar sucede al inicio de su segunda colaboración con Richard Lester, también responsable de 
¡Qué noche la de aquel día! (1964), pero, al contrario que en aquella, Lester se decantó por el empleo de una fotografía colorista que agudiza el tono pop y surrealista de esta alocada aventura, en la que de nuevo se muestra al mítico cuarteto de Liverpool riéndose de su propia imagen, aunque con un resultado menos afortunado que la anterior. Help! toma como punto de partida la persecución que Ringo sufre a manos de la secta liderada por Clang (Leo McKern), la cual pretende recuperar la sortija que el batería luce en uno de sus dedos porque sin ella no pueden ofrecer el sacrificio humano que honre a la diosa a la que rinden culto. Pero, ante la imposibilidad de hacerse con la joya, que parece adherida a la mano del más joven del grupo, el líder de la secta opta por una solución más drástica, lo que conlleva que el resto de miembros de la banda ayuden a su amigo a escapar de sus acosadores. Sin embargo, esta trama apenas se sostiene, ya que Help! se construye sobre una sucesión de gags, inspirados en el slapstick mudo, que funcionan de modo independiente y suelen ir separados por la introducción de las canciones que conforman el álbum que dio nombre a la película (Help!, You're Going To Lose That Girl, I Need You o Another Girl). Esta circunstancia resulta novedosa con respecto a otras películas protagonizadas por estrellas de la música, ya que las canciones no fluyen como parte de la historia, sino que las melodías cobran un lenguaje visual propio, en el que predominan los primeros planos de los componentes del cuarteto y los constantes movimientos de cámara, lo cual confiere a estos interludios musicales un aire cercano a los videoclips que se impondrían en la década de 1980, por lo que puede considerarse tanto a los Beatles como al director de Robin y Marian como precursores de este popular medio de publicitar singles para aumentar las ventas discográficas.

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