lunes, 16 de febrero de 2015

Dreyer, el cine como arte


<<No soy más que un director de cine orgulloso de su oficio. Sin embargo, mediante su trabajo el artesano se forma sus propias ideas sobre su labor>>


Cierto que se hizo sus propias ideas sobre cine y que estaba orgulloso de su oficio, pero, más que un director, posiblemente se considerase un artista, pues, para él, el cine era arte. Considerado como uno de los grandes cineastas de la Historia del Cine, Carl Theodor Dreyer fue un realizador de suma sensibilidad artística, poco interesado en el cine como industria y sí como medio de expresión estética. Pero debido a esta postura, nunca llegó a ser un director de masas ni contó con la aceptación de buena parte de la crítica, ya que sus preferencias se decantaban por plasmar en las imágenes sus inquietudes, tanto artísticas como personales, sin buscar la aceptación de la opinión pública. En la actualidad, gracias a una mínima difusión televisiva de su obra y a las distintas ediciones en formato doméstico de la misma, sus trabajos más conocidos son Dies Irae, OrdetGertrud, aunque todavía resultan desconocidas entre un alto porcentaje de aficionados al cine. Más desconocida resulta su etapa muda, en la que sobresalen Páginas del libro de SatánLa pasión de Juana de Arco (la más popular de este periodo) o Vampyr, que, sonorizada un año después de su rodaje, es un film puente entre el cine silente y el sonoro.


En 1912, 
Dreyer escribió su primer guión, La hija del cervecero (Bryggerens datter, Rasmus Ottesen), y durante los años que siguieron continuó escribiendo y participando como montador en algunos títulos de la Nordisk Films Kompagni. En 1918 se produjo su debut en la realización con El presidente (Praesidenten, 1918), pero fue con su segunda película, titulada Páginas del libro de Satán (Blade af Satans bog, 1919) e inspirada en cierta medida en Intolerancia (David Wark Griifith, 1916), cuando alcanzó un mayor control del lenguaje cinematográfico. A partir de entonces inició su deambular por diversas naciones europeas, entre ellas Noruega, donde realizó La viuda del pastor (Präs tärikan, 1920), y Alemania, país en el que filmó Los marcados (Die Gezeichneten, 1921) o Erase una vez (Der var engang, 1921). En 1924 Erich Pommer, uno de los nombres más conocidos dentro del cine alemán silente y productor habitual de Fritz Lang, le produjo la película Michael, y antes de establecerse en París en 1926, rodó El amo de la casa (Du skal aere din hustru, 1925). Ya asentado en la capital francesa llevó a cabo La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d'Arc, 1927), su última película muda. En 1930 filmó Vampyr, sonorizada en 1931, y por lo tanto se considera su primer film sonoro. Pero debido al fracaso comercial de esta excelente producción, Dreyer pasaría once años alejado de la dirección. Esta larga ausencia estuvo marcada por problemas de salud, por la falta de financiación para sus proyectos y por la escasez de recursos económicos, lo que le obligó a ejercer de periodista, escribiendo críticas cinematográficas o crónicas judiciales. Finamente, en 1942, el cineasta regresó a la dirección con un cortometraje de doce minutos de duración, su título: La ayuda a las madres solteras (Modrehjaelpen, 1942). Al año siguiente pudo encarar el rodaje de Dies Irae (Vredens dag, 1943), otra de sus grandes obras maestras, con la que se inicia la parte final de su carrera, marcada por la profundidad reflexiva y dominada por silencios que lo expresan todo. Posteriormente realizó Dos seres (Tvä Människor, 1944) y una serie de cortometrajes para el gobierno danés entre 1946 y 1954, año en el que estrenó otro de sus títulos más conocidos: Ordet (1954). Una década después cerró su filmografía con Gertrud (1964), en la que alcanzó una nueva cota de perfección en su manera de entender el medio cinematográfico.

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